Entrevista a Laurentino Vélez-Pelligrini, autor de “El crimen y la diosa”

Nacido en París en 1969, Laurentino Vélez-Pelligrini es Licenciado en Ciencias Políticas y Doctor en Sociología y autor de los ensayos Minorías sexuales y sociología de la diferencia, (Ed. Montesinos, 2008) y Sujetos de un contra-discurso (Ed. Bellaterra, 2011). En los últimos años ha evolucionado hacia la creación literaria, con un especial interés por la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Es autor de una anterior novela, La mujer de la Quinta Columna (Pluma de sueños, 2022). Antiguo colaborador de El Viejo topo y Quimera, también participó en las revistas digitales de género negro, Bearn Black y Calibre 38. Con El crimen y la diosa, su última novela, publicada por Bohodón Ediciones, muestra al lector el lado oscuro del mundo de la alta costura parisina y la etapa más gris del pasado reciente del país vecino.
De escribir ensayos sobre los derechos civiles de las minorías sexuales has pasado a escribir ficción, especialmente novela negra con trasfondo histórico. ¿A qué se debe este cambio?
Digamos que estaba agotado por el activismo gay y la teoría queer. Necesitaba cerrar el círculo y pasar a otra cosa. Empecé a moverme de la mano de una amiga por los circuitos del Noir hace algunos años y a interesarme sobre todo por el subgénero del “totalitarismo noir” y las obras de Philip Kerr y Guillermo Galván. Aunque no se insertase en ese subgénero, también me influyó mucho Víctor del Árbol, sobre todo por cómo trató la cuestión del poder totalitario. Me entró el hormiguillo de lo ficcional y entonces asistí a los tutoriales de escritura creativa de Alejandro Pedregosa, del que aprendí muchísimo. Quería replantear mi relación con la escritura y después de un tiempo, me decidí a ponerme delante del teclado. Soy un novelista tardío, pero si te soy franco, lo literario me ha enriquecido mucho y proporcionado un placer creativo que no encontré en los farragosos debates teóricos queer, que solo son de interés si tienes en el horizonte una carrera docente e investigadora.
Tras La mujer de la quinta columna, que sitúa la acción durante la Guerra Civil Española, El crimen y la diosa nos traslada a París. La novela se desdobla en dos tramas temporales: durante los años de la Ocupación nazi y en 1970 ¿Por qué París y por qué dividir la historia en estas dos partes tan diferenciadas?
Siempre me ha interesado mucho la relación problemática que, tanto los individuos como la sociedad en su conjunto, puedan tener con los tiempos pretéritos. Era una opción narrativa que me permitía establecer los vasos comunicantes entre el pasado y el presente dentro de una trama que tenía por vocación la hibridad entre el género negro y el histórico. París me aportaba muchos recursos para lo que quería contar, no solo porque fuese el gran templo de la alta costura, sino también porque Francia y su capital tienen precisamente una relación complicada con su propia historia política y social durante la Ocupación nazi.
Se ha escrito mucho de la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Vichy subordinado a las políticas dictadas por el Tercer Reich y la actuación de la Resistencia, pero muy poco sobre cómo afectaron estos años de plomo a la alta costura parisina ¿Qué puedes contarnos?
El Armisticio de Pétain tuvo una consecuencia inmediata. Se desencadenó un proceso de expolio por parte de los nazis sobre la industria textil, que estaba mayoritariamente en manos de preeminentes familias judías francesas. Los alemanes necesitaban tela para su industria de guerra, sobre todo para la elaboración de uniformidad militar, paracaídas y material de artillería pesada. Vampirizaron al mundo textil al amparo de las leyes antisemitas promulgadas por el régimen de Vichy, todas ellas calcadas de las entonces existentes en la Alemania de Hitler. Eso despojó de materia prima al mundo de la moda. En esos años no existía el fenómeno del Made in China, je je je… Muchas casas tuvieron que cerrar a raíz de ese mismo expolio y otras, moverse en el mundo del mercado negro. De esta manera, se produjo un paréntesis en el glamuroso mundo de la alta costura, mientras adquirió popularidad el corte y confección casero incluso entre las clases altas. Eso tuvo grandes traducciones estéticas. Si observas el estilismo de los años 40, verás que son diseños austeros, tallas pequeñas y con poco ornamento. Faltaba tela. A título de anécdota, las medias de cristal fueron un lujo durante toda la Ocupación hasta en las clases más pudientes. El gran lujo quedaba reservado a las esposas de los oficiales de las SS y eso explica la supervivencia de algunas casas de alta costura, que se prestaron al colaboracionismo y la condescendencia con el ocupante nazi. Algo que abrió la historia gris del mundo de la alta costura parisina, empezando por la figura de Cristóbal Balenciaga, que fue el máximo exponente del cretinismo del que hicieron gala los diseñadores que no bajaron persianas.
El fascinante mundo de los perfumes no salió indemne del terremoto provocado por la Segunda Guerra Mundial. El lector descubrirá los rasgos más oscuros y poco conocidos de la personalidad de Coco Chanel, una de las diseñadoras de moda más influyentes del siglo XX y creadora, junto al perfumista Ernest Beaux, del icónico perfume Chanel Nº 5. ¿Qué opinión te merece esta diosa del diseño y su obsesión por hacerse con Parfums Chanel, empresa propiedad de Pierre Wertheimer, un hombre de negocios de origen judío?
Hay que explicar previamente algunas cosas para entender las intrigas de Chanel contra Wertheimer. Los grandes costureros no eran ni son hoy propietarios de los perfumes que llevan su nombre. Venden su firma a los grandes fabricantes de cosmética y perfumería, que los explotan a cambio del pago de un royality a esos mismos diseñadores. La verdadera historia es que Chanel cedió el Nº 5 a Wertheimer en los años 20, para que el empresario, que por aquel entonces era el dueño de la casa Bourgois y uno de los grandes magos del negocio del lujo, lo comercializase. Cuando Chanel descubrió los monumentales beneficios que Wertheimer estaba haciendo a cuenta de su creación y las migajas que ella recibía a cambio, se sintió estafada. Se metió en un sonoro e interminable juicio contra Wertheimer que terminó perdiendo. El resto ya lo dejo para el lector.

Coco Chanel es el hilo conductor que une las dos tramas de la novela. El crimen y la diosa arranca con el asesinato a finales de 1970 de Arthaud Velgon, introducido por Chanel junto a su socio Ludovic Servan, un diseñador de extraordinario talento, en las altas esferas de la moda parisina pocos años antes del estallido de la guerra y de la derrota francesa ante el Tercer Reich. ¿Cómo afectó la ocupación nazi a los diferentes personajes protagonistas?
Arthaud y Ludovic son perfiles imaginarios que reflejan dos temperamentos. En el primer caso, la ambición y la pasividad, en el segundo, la profundidad de las convicciones y la no aceptación de la anomalía que suponía el régimen de Vichy y el fenómeno totalitario. A través de ellos quise proyectar una mirada crítica sobre el mundo de la moda durante los años 40. En la alta costura de entonces, hubo muchos “Arthauds” y pocos “Ludovics”.
El crimen y la diosa combina hechos e individuos reales, como Coco Chanel, Pierre Wertheimer, Félix Amiot, el barón Hans Von Dincklage y otros, con personajes de ficción. Además de Arthaud Velgon y Ludovic Servan, citaría a Alain Delanöé. ¿Qué papel otorgas a este personaje?
Alain Delanöé refleja sobre todo el universo homosexual en el mundo de la moda. Me generó dudas al darle vida, porque tenía miedo de caer inconscientemente en los estereotipos sobre el “marica afeminado”, frívolo e interesado por cosas de mujeres. Una figura que está muy arraigada en el imaginario homófobo y siempre sujeto de ridiculización. Quería que fuese un personaje más profundo, caracterizado por el valor de la lealtad en una época como la de la Ocupación, en la que muchos individuos mostraron las peores bajezas humanas.

También están los personajes de la bella modelo Elisabeth Badiou y de la jefa de costureras, Annette Jardin…
Me parecía importante que en la imaginación del lector no apareciesen las representaciones del mundo de la moda que transmiten en la actualidad los medios de comunicación. Elisabeth Badiou encarna un tipo de modelo de alta costura que ya no existe. Las chicas vestían los diseños delante de una docena de clientas ricas, pero nadie sabía ni se interesaba en saber cómo se llamaban. No eran las estrellas que son hoy las modelos de alta costura. Los propios desfiles denotaban un aire muy privado, nada que ver con eventos actuales como la Pasarela Cibeles, la Fashion Week o la Semana de la Moda de París. Lo mismo puede decirse de Annette Jardin, la jefa de costureras. Por aquel entonces ese puesto lo ostentaban mujeres de origen modesto y sin estudios, que nada tenían que ver con las Premières de los talleres de alta costura de hoy, que suelen tener una alta cualificación y prestigio profesional. Elisabeth y Annette debían revelarse personajes socialmente verosímiles para la realidad de los años 40. Lo que me interesaba trabajar de ellas era su parte más humana, igual que con Alain Delanöé, repito, sobre todo en una etapa de la historia de Francia en la que los instintos más bajos eran la norma en medio del miedo y de un ambiente totalitario.
¿Qué me dices de los personajes policiales, como el comisario Vilacastels y los inspectores Maynier y Cousin, puesto que se trata de una novela negra de trasfondo histórico?
Presentar al comisario Vilacastels como al hijo de un exiliado de la Guerra Civil fue una consecuencia de La mujer de la Quinta Columna. A través de él quise rendir homenaje a esos hombres y mujeres españoles que lucharon contra el nazismo y por la Liberación de París. En cuanto a los inspectores Maynier y Cousin, beben más de las series policíacas que miraba en mi infancia y adolescencia, son simulacros de Starsky y Hutch en versión gala, con sus toques machistas, homófobos y racistas, que constituían la personalidad de los policías de los años 70. No quería caer en una ridícula corrección política que no tenía traducción en los cuerpos policiales de entonces. Abordar un periodo histórico no consiste solo en ser riguroso con las cuestiones cronológicas, es serlo también con las culturales, que son las que nos informan de la historia de las mentalidades en un periodo concreto.
¿Entre los personajes ficcionales tienes alguno favorito?
Creo que cada uno de ellos alberga su magnetismo, lugar y función en el desarrollo de la trama. Lo que sí quiero precisar es que siempre me ha gustado combinar personajes reales con otros ficcionales, porque te puedes tomar más licencias narrativas. También lo hice con La mujer de la Quinta Columna, donde Francesc Cambó y Josep Pla podían sentarse a cenar con personajes de pura cosecha literaria. En el caso de El crimen y la diosa, quería explicar una etapa de la historia de Francia, creo que la más oscura, y un ambiente, el de la alta costura, pero sobre todo a través de las miradas de los propios personajes. No me apetecía hacer una disertación historiográfica sobre la Ocupación nazi, ni sobre el régimen de Vichy o sobre el fascismo y el antisemitismo. Tampoco deseaba caer en una historia de la moda. El lector tenía que aprender de una realidad histórica a través de lo que contaban y vivían esos mismos personajes, precisamente porque es una novela y no un manual de historia. Contar a secas el periplo de Coco Chanel durante ese periodo no tenía ningún interés, puesto que puede encontrarse en cualquiera buena biografía, reportaje o artículo sobre ella. Tenía que haber un plus y ese plus lo aportaban los personajes ficcionales, que son los que realmente arrastran de la trama.
París puede considerarse un personaje más de la novela. Sorprendes al lector con descripciones muy pormenorizadas de la “ciudad de la luz”, incluyendo algunos establecimientos emblemáticos como el “Cabaret Le Lapin Agile”, el más antiguo de París, y el Café de Flore, en el Bd. Saint Germain. ¿Eres un enamorado de París? Cuéntanos.
Je,je,je… Es una pregunta que me hacen a menudo. Aunque no lo queramos, siempre plasmamos algo de nosotros en nuestras obras, se trate de los personajes o de los lugares. A pesar de que pueda parecer un tópico, es una ciudad mágica. En mis años de activismo queer, un compañero de militancia bromeaba diciéndome “que todas las esquinas de las calles de París estaban pensadas para hacer el amor”, je je je. Mi ambición era llevar al lector por lugares que dejaron huella en la historia cultural y social de la ciudad. Estoy enamorado de París y también entristecido por él, porque hoy me toca llorar por ese lugar que ha pasado de ser la “ciudad de las luces” a convertirse en la “ciudad de las tinieblas” asolada por el neofascismo que representan Marine Le Pen y Eric Zemmour.

La investigación del asesinato del diseñador de moda Arthaud Velgon en 1970 (hombre poderoso y respetable, en la cumbre de su carrera) llevará al lector a descubrir su pasado durante los años oscuros de la Ocupación nazi, así como parte de la historia reciente de Francia que muchos desearían olvidar. ¿Fue tan mayoritaria la Resistencia contra las fuerzas del Eje como nos cuenta la historia oficial?
En absoluto. La Resistencia resultó ser una minoría, compuesta por un puñado de gaullistas y de comunistas y unas cuantas células dedicadas a los boicots y los atentados, desde una estrecha colaboración con el MI6, el servicio de inteligencia británico. El carisma personal de Charles de Gaulle contribuyó a construir el mito de esa misma Resistencia. Confundimos la parte con el todo, pero la realidad histórica es que el colaboracionismo con los nazis fue la regla y la Resistencia, la excepción. Desde los años 90, ha habido toda una corriente literaria y cinematográfica que ha levantado las alfombras y puesto en evidencia las mugres de aquel periodo y las falacias del patrioterismo barato. En cierta medida, mi obra se reivindica de esa tradición narrativa.
El crimen y la diosa también expone negro sobre blanco la política antisemita del régimen de Vichy que llevó al saqueo de los bienes y a la deportación masiva de los judíos que permanecieron en Francia tras el Armisticio. ¿Qué puedes contarnos de esta infamia?
Las políticas del régimen de Pétain fueron progresivas, pero firmes e imparables. Primero se pusieron en marcha medidas legislativas como el famoso Estatuto de los judíos, que se irá radicalizando en su afán de liquidar por completo los derechos civiles de los ciudadanos judíos. La obligación de la estrella amarilla en la solapa como signo de identificación y estigmatización afirmó la vocación totalitaria del régimen de Vichy, solo que Pétain reivindicó las esencias de la eterna Francia católica, que era lo que lo diferenciaba del carácter pagano del nazismo. Pero la verdadera infamia, como dices, estuvo en la puesta en practica de esas políticas antisemitas, que recayeron en el siniestro Comisariado General para los Asuntos Judíos.

¿Cuál era la función de éste?
Se encargó del registro obligatorio de los judíos, de materializar el expolio de sus bienes y de organizar las deportaciones. Fue con el nombramiento de Pierre Laval como Primer Ministro que se consolidó como maquinaria criminal. A partir de 1942 el Comisariado juega un papel primordial en los procesos de deportación masiva, con la participación de la propia policía francesa, un punto de apoyo fundamental de la Gestapo, que no tenía los medios suficientes para llevar a cabo su política de persecución total contra los judíos. Si prestas atención al cine policiaco francés de los años 50, verás que los policías siempre eran presentados bajo su faceta más humana, ética y moral. Aquel cine tuvo una función ideológica, que era la de limpiar la imagen de una policía deshonrada por su colaboracionismo con el ocupante.
¿El régimen de Vichy contaba con la aprobación de la mayoría de la población francesa?
Quizás no se pueda generalizar, porque la nota dominante de un régimen fascista es el miedo que mete en la sociedad y los individuos. En esa Francia de Vichy hubo fascistas de convicción, también cobardes que actuaban por omisión y fracasados resentidos que lo hacían por oportunismo. Pero aquello jamás habría sido posible sin la complicidad explicita de un sector de la sociedad francesa y sin la pasividad y tendencia a mirar hacia otro lado por parte de otro sector de la misma. Sin olvidar a los chivatos, delatores y extorsionadores como fue el fenómeno de la Carlinga, un grupo de delincuentes comunes dirigido por el desequilibrado de Henri Lafont y que fue el que se encargó de hacer el trabajo sucio de la Gestapo. Fue la etapa más vergonzosa de la historia política y social francesa, durante muchos años silenciada por el elocuente altavoz de los valores republicanos. Se habla mucho de la relación de Coco Chanel con el nazismo, pero nadie dice que fue el reflejo de la actitud de toda una sociedad. A través del personaje ficcional de Arthaud Velgon quise también ilustrar la ruindad de esa misma sociedad francesa en general y del mundo de la moda en particular.

¿Fue arduo el proceso de documentación?
Venir del mundo de la ciencia política y la sociología me facilitó las cosas, puesto que son disciplinas que adentran obligatoriamente en la propia historia política y social. Pero como ya te dije antes, se me planteaba el reto de contar una realidad colectiva sin caer en la divulgación historiográfica y dejando que el lector viese y comprendiese el contexto a través de la experiencia de los personajes.
¿Te consideras escritor de brújula o de mapa? Cuéntanos tu método para escribir El crimen y la diosa.
Tuve que jugar con las dos opciones, puesto que es una novela que combina realidad y ficción. Al tratar del periplo de Coco, tenía que elaborar un mapa, dado que se trataba de elegir una forma predeterminada de contar, con rigor y sin faltar a la verdad, una historia real. El problema vino con la subtrama y los personajes ficcionales. Tuve que cambiar la psicología y la voz de algunos de ellos, porque no eran verosímiles, y también eliminar ambientes y situaciones, porque lastraban el ritmo narrativo. Es ahí donde se impuso la brújula y la necesidad de darle progresividad al proceso creativo dejando que mi imaginación fluyese.

¿Qué opinas de esta frase de Coco Chanel: “Puedes ser preciosa a los treinta, encantadora a los cuarenta e irresistible durante el resto de tu vida”?
Pienso que ella concebía distintas formas de belleza vinculadas a una determinada etapa vital. Habitualmente se relaciona la belleza con la juventud. Sin embargo, hay mujeres maduras que pueden ser, en efecto, sumamente irresistibles. La propia Coco era físicamente de un enorme magnetismo incluso en su madurez y ancianidad. La relación con nuestros cuerpos cambia con el tiempo, lo importante es seguir trabajando sobre ellos y mimarlos, puesto que son los únicos que vamos a tener en nuestra vida.
Cinco novelas recomendadas para disfrutar de la lectura…
La última mirada de Goya de Javier Alandes, Hambre de gloria de Víctor Fernández Correas, El último caso de Unamuno, de Luis G. Jambrina, La tierra bajo tus pies, de Cristina López Barrio y, en honor al subgénero del “totalitarismo noir”, El club de las viudas, de Guillermo Galván. Si te soy franco, no me gusta la sangre gratuita, ni las tramas de psicópatas y asesinos en serie. Me interesan más las novelas que tratan de los crímenes de Estado, los crímenes colectivos, que son los que siempre caen en la desmemoria.
Por último, le pediremos a Laurentino Vélez-Pelligrini que nos hable de sus próximos proyectos.
Puedo decirte que me mantengo fiel a las inquietudes intelectuales y literarias que dieron lugar a mis dos anteriores novelas. Eso sí, en la obra que tengo acabada he avanzado en el tiempo. Yo concibo la literatura como una testigo de la realidad histórica y de su evolución.
Te deseamos mucha suerte.