Entrevista a Paz Velasco de la Fuente, autora de “Muertes nada accidentales”
Paz Velasco de la Fuente nació en Valladolid en 1968. Es jurista, criminóloga, escritora y divulgadora. Licenciada en Derecho, Graduada en Criminología y Política Criminal. Premio especial fin de carrera. Máster en Documentoscópia, Grafística y Falsedad Documental (UB). Especialista en evaluación criminológica (CSEC). CEU en personalidad psicopática y delitos violentos (UB). Socia fundadora de la Sociedad Española de Suicidología. Miembro de SECCIF, AIIF, ACC, SECRIM y SEIC. Es Presidenta del Comité Asesor de Expertos del Colegio Profesional de la Criminología de la Comunidad de Madrid (CPCM), Vicepresidenta de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses (SECCIF) y Directora académica de la Sociedad Internacional de Criminología Aplicada (SICA). Es profesora en la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), y Voluntaria en CerclesCat (Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya). Colaboradora en el periódico digital El taquígrafo y en “Si amanece nos vamos” en la sección El lado oscuro (con Roberto Sánchez). Paz Velasco ha impartido más de 60 conferencias en España y Latinoamérica en diferentes universidades, instituciones y asociaciones. Creadora y administradora del blog www.criminal-mente.es y autora del Podcast en exclusiva para Podimo: Criminal Mente. Autora del manual “Introducción a la Perspectiva Jurídica en el ámbito de la Violencia de Género” y del manual “Victimología” para la Universidad Internacional de Valencia. Es articulista en la revista QdC (Quadernos de Criminología) y autora de Criminal-mente. La criminología como ciencia (Ariel 2018), que ya va por su onceava edición; Homo Criminalis. El crimen a un Clic. Los nuevos riesgos de la sociedad actual (Ariel, 2021), donde profundiza en las nuevas formas de delincuencia surgidas al amparo de Internet y las nuevas tecnologías (TIC). Muertes nada accidentales. Un decálogo de motivos para matar, su tercer libro, publicado en octubre de 2023 por Editorial Rosameron, relata diez casos de asesinatos cometidos por ocho hombres y dos mujeres contados como una historia de ficción.
En tu primer libro Criminal Mente nos adentramos en el, para muchos, desconocido mundo de la criminología, la ciencia forense y la psicología criminal para intentar comprender por qué el ser humano mata. ¿Cuál fue el objetivo de Homo Criminalis, tu segundo libro, y cuál es el de Muertes nada accidentales?
Homo Criminalis fue un ensayo más académico para estudiantes de universidad que quisieran especializarse, sobre todo, en los delitos que se cometen a través de las nuevas tecnologías, es decir delitos centrados en la sociedad digital. Además, quería hablar de una serie de temas que llaman la atención y que no se dan mucho en España, como el efecto copycat killer, como las snuff movies o como el efecto imitación tal como ocurre en Estados Unidos con los mass shooters. En USA, el año 2022 se cerró con 453 masacres a manos de francotiradores. Esto fue como un complemento de Homo Criminalis.
Dejando de lado Criminal Mente y Homo Criminalis, lo que he tratado de hacer en este tercer libro es dar un paso más, no solamente como escritora, sino también como investigadora. He empezado a bucear, por un lado, en la narrativa y, por otro, en el True Crime. Lo que presenta Muertes nada accidentales son diez casos de True Crime investigados desde el momento en que el sujeto nace hasta el momento en que es juzgado y hay una sentencia en la que, finalmente, la respuesta punitiva es la pena de muerte, la cadena perpetua o la pena privativa de libertad.
Me ha gustado mucho investigar estos diez casos. He tenido que dejar fuera otros muchos, pero por supuesto no descarto que haya otro libro de muertes nada accidentales porque hay muchísimos casos y, sobre todo, para hablar de las motivaciones que nos llevan a matar.
Diez casos de crímenes contados como una novela en Muertes nada accidentales, cometidos por ocho hombres y dos mujeres. ¿Matan más los hombres? ¿Por qué matan unos y otras?
Bien, sí que es verdad que matan mucho más los hombres y matan muchísimo más los hombres asesinos en serie que las mujeres asesinas en serie. Si vamos al otro lado, si hablamos de la victimología, resulta que, curiosamente, son muchos más los hombres víctimas que las mujeres víctimas cuando hablamos de homicidios simples, de asesinatos en los que muere una sola persona.
Sin embargo, sí que también es cierto que la gran mayoría de víctimas de los asesinos en serie son mujeres. ¿Por qué matan mucho más los hombres? Porque las motivaciones a la hora de matar de los homicidas o de los multicidas es muy diferente a las de las mujeres. Los hombres matan por cuatro motivaciones principales: el sexo, el poder y humillación sobre las víctimas, la gratificación sexual unida al sadismo y, en último lugar, el lucro, que es la primera motivación por la que matan las mujeres. Luego, tenemos motivaciones mucho más emocionales en las mujeres: el amor, el odio, la venganza, la ira, la envidia… De modo que en Muertes nada accidentales hay ocho hombres y dos mujeres porque cuando hablo de las emociones que puede sentir cualquier ser humano vemos que las dos mujeres que aparecen en este libro serían la representación real de la estadística del número de asesinas que hay respecto al número de asesinos y vemos también que las motivaciones de los ocho hombres y las dos mujeres son muy diferentes. Eso tiene que ver con nuestro rol en la Historia como mujeres, con nuestra forma de sentir, con nuestra forma de pensar y con los deseos que tenemos. Son diferentes los deseos de los hombres de lo que deseamos las mujeres.
Diferencias entre la motivación y el móvil para cometer un crimen.
A mi entender, después de haber investigado muchos casos y de haber sido abogada penalista, la motivación y el móvil son dos conceptos completamente diferentes. La motivación es la razón última, la causa final que lleva a una persona a cruzar el límite, a cometer un delito, como he comentado antes, desde la ira, el odio, la venganza, la pasión, el amor, el lucro…pero el móvil es el beneficio que obtiene una persona al cometer un crimen, de modo que siempre hay algo que motiva a una persona a cometer un crimen, pero no siempre hay un móvil. De todas formas, para la Administración de Justicia cual es el motivo o cual es el móvil da igual. Lo que se trata de demostrar en un juicio es si esa persona es culpable o no culpable a través de todas las pruebas que se puedan mostrar en sala. Al juez y al jurado les da igual cual puede haber sido la motivación o cual haya sido el móvil. Para los investigadores sí que es importante buscar la motivación y el móvil porque pueden analizar la escena del crimen. Para el criminólogo, además, la pregunta fundamental es porque mata una persona a otra, de modo que, como veras. la búsqueda de la motivación y el móvil es diferente dependiendo desde que profesión se enfoque o cual sea el objetivo. ¿El objetivo es buscar un culpable y poner un castigo? En el derecho me va a dar igual cual es la motivación y el móvil, pero ¿en la investigación son importantes estas dos premisas? Sí, porque las puedo ver reflejadas en la escena del crimen, que para el criminólogo es fundamental. Tratamos de comprender porque se mata para intentar prevenirlo.
Háblanos de los “factores desencadenantes” o “elementos estresores” que pueden actuar de detonante para que una persona traspase determinadas líneas rojas y se convierta en asesino.
Podemos diferenciar entre factores desencadenantes y factores de riesgo. Estos últimos empiezan a manifestarse en una edad muy temprana. Hablamos de todas aquellas situaciones que pueden hacer que una persona termine siendo un delincuente, aunque no necesariamente un asesino. Se puede convertir en un agresor sexual, en un delincuente de cuello blanco o en un ladrón. Y luego tenemos una serie de factores desencadenantes que unidos a los factores de riesgo suman, de modo que cuando estudiamos el factor humano, estudiamos cuales son las causas, las razones, que llevan a una persona a convertirse en asesino y de eso va mi último libro.
Tenemos que analizar los factores de riesgo y los factores desencadenantes. Es decir, que es lo que ocurre en la infancia y en la adolescencia de ese sujeto que hace que se convierta en un adulto letal. Hay diferentes factores de riesgo internos y externos y hay diferentes factores desencadenantes. La suma de todos ellos es lo que te hace analizar y responder al por qué ese sujeto se ha convertido en asesino o porque esa mujer termina matando a su hijo o a su marido.
Imaginémonos un factor de riesgo, por ejemplo, una persona que se convierte en un ladrón. Su modus vivendi es apropiarse de las propiedades y los bienes ajenos. Si ha vivido en una subcultura delincuencial, ha visto y copiado conductas de su familia, ha vivido y ha sido víctima de situaciones violentas, todas esas conductas las ha aprendido en casa, las ha visto, hay un efecto imitación, pero si, además, hay un factor desencadenante como es que genéticamente tiene una predisposición a la agresividad, tenemos una bomba de relojería. Ha visto la delincuencia, la ha aprendido a través de la imitación y, además, es una persona con factores de riesgo internos, como puede ser la agresividad. Si sumamos todos esos factores, probablemente se convierta en un ladrón que cuando comete un delito utilice la violencia, o se puede convertir en un agresor sexual porque ha visto como su padre agredía sexualmente a su madre y ha normalizado que en las relaciones sexuales ha de haber el elemento de la intimidación, la coacción o la violencia. Él va a repetir, aunque no siempre, porque hay niños que crecen así y jamás cometen un delito ni son maridos maltratadores ni son personas violentas. De modo que eso no quiere decir que vivir en una familia disruptiva y violenta te vaya a convertir en un hombre violento. El crimen es multifactorial. Se dan muchos factores, pero también tenemos que contar con nuestra personalidad, nuestro temperamento y nuestros rasgos psicológicos. No podemos decir que todos los niños que son maltratados se convierten en delincuentes porque no es cierto, que todos los hombres que han visto en su casa que su padre ha maltratado a su madre se convierten en maltratadores, porque tampoco es cierto. Influyen muchos factores para que una persona se convierta en un maltratador, en un agresor sexual o en un asesino.
En Muertes nada accidentales nos describes diez casos de crímenes espeluznantes, pero muy diferentes entre sí. ¿Cómo los elegiste?
Tenía una lista de dieciséis casos, pero mi editor me dijo que diez era un buen número, así que escogí diez. ¿Qué he hecho? Como el subtítulo es “un decálogo de motivos para matar” he escogido diez emociones, diez sentimientos, diez situaciones que cualquiera de nosotros podamos haber sentido en nuestra vida: la soledad, el amor, el odio, la vanidad… y lo que hago es analizar esos diez crímenes basándome en esas motivaciones y haciendo ver al lector que es lo que le diferencia de ese asesino cuando puede haber sentido ira, odio, o puede haber tenido la necesidad de vengarse. ¿Por qué el lector no lo ha hecho y el protagonista de mi libro sí? ¿En qué nos diferenciamos de ellos? Eso es lo que trato de explicar en cada capítulo.
En uno de los casos que nos cuentas, el asesino burla el cerco policial. Nunca se descubrió la identidad del “Asesino del Torso”, que actuó en Cleveland entre 1934 y 1938 y asesinó brutalmente a trece personas, como mínimo. Como criminóloga, ¿crees que es más habitual de lo deseable que un criminal escape a la justicia? ¿Quedan impunes muchos crímenes?
A lo largo de la historia, muchos crímenes han quedado impunes. Y si nos retrotraemos al pasado y viajamos hasta la Edad Media y el Renacimiento, los asesinos más difíciles de descubrir han sido las envenenadoras. ¿Por qué? Porque no había ninguna ciencia forense capaz de detectar que una persona había muerto por ingestión de veneno. Realmente, las envenenadoras empiezan a actuar en el Imperio Romano y luego van siguiendo a lo largo de la Historia hasta que el veneno se democratiza y deja de estar en manos de los nobles.
Locusta, la primera asesina en serie de la Historia, fue contratada por Agripina para asesinar a su marido Claudio y al hijo de éste, Británico, para que fuera su hijo legítimo, Nerón, el que subiera al poder. De modo que, realmente, las primeras asesinas han sido mujeres, pero los crímenes quedaban impunes porque pasaban por muertes naturales o porque les había sentado mal la comida. Por ejemplo, Locusta envenenó a Claudio con setas, y echaron la culpa al cocinero diciendo que le habían ofrecido para cenar unas setas que eran venenosas. La Edad Media está plagada de mujeres asesinas envenenadoras. La época victoriana ni te cuento, la única forma de huir de un matrimonio totalmente hostil era a través del veneno, pero cuando nace la toxicología forense, en 1848, esto se acaba, porque hay una manera de detectar si una persona ha sido envenenada. Según va evolucionando la sociedad se va atrapando a más asesinos y menos crímenes quedan impunes.
En el caso del “Asesino del Torso” estos crímenes ocurren entre 1934 y 1939 en Cleveland. Es un momento donde no se sabe lo que es un asesino en serie, es un momento en que la policía no sabía investigar asesinos en serie y el que estaba al frente de la investigación era, nada más y nada menos, que Eliot Ness, un agente del Tesoro que consigue encerrar a Al Capone, pero que no tenía ni idea de cómo investigar unos crímenes seriales. Esta fue la gran ventaja para “Torso”, que al frente de la investigación estaba alguien que, a pesar de haber estudiado Criminología en la Escuela de Chicago, no sabía cómo llevar una investigación criminal para detener a un asesino. Sabía como luchar contra el crimen organizado, pero no contra un asesino en serie y no se pudo detener al “Asesino del Torso”. Hoy, en día, las ciencias forenses han avanzado, los policías están mucho más preparados y hay muchos menos asesinos en serie que antes. Lo curioso del “Torso”, de “Zodiac” o de “Jack el Destripador” es que ellos decidieron cuando dejar de matar y nunca más volvieron a cometer un crimen. ¿Murieron, dejaron de matar porque así lo decidieron, porque se casaron y empezaron una nueva vida…? Realmente, no sabemos qué es lo que ha pasado con esos asesinos que nunca fueron descubiertos y, de repente, desaparecieron.
Y, por supuesto, que hay muchos crímenes impunes en la historia y también muertes que no podemos saber si ha sido un crimen, un accidente, un suicidio o una muerte natural, porque todo esto puede cubrirse con una “alteración de la escena” y hacer pasar, por ejemplo, un asesinato por un suicidio o por un accidente de coche.
En otro de los casos que nos cuentas en Muertes nada accidentales el crimen es perpetrado por dos jóvenes de buena familia, casi recién salidos de la adolescencia. ¿Desarrollaron entre los dos una personalidad esquizoide? ¿Crees que habrían cometido el crimen de no haberlo planeado para cometerlo juntos?
En el caso de Leopold y Loeb, si no se hubieran conocido, no se hubieran hecho amigos y cada uno de ellos no hubiera tenido unas intenciones homicidas por diferentes motivos, por separado jamás hubieran matado. En este caso, sería lo que se conoce en psicología como folie à deux o una paranoia compartida. Ambos son jóvenes de la alta sociedad de Chicago, años treinta, donde las teorías principales sobre la delincuencia y la criminalidad establecen que solo delinquen los pobres, que solo delinquen las clases marginales y que los ricos son incapaces de cometer un crimen porque no tienen esas características de personalidad. Su caso destruyó y tiró por tierra todas las teorías de criminología de aquel momento.
Dos jovencísimos integrantes de la alta burguesía, inteligentes, con un futuro brillante (uno de ellos había terminado la carrera de Derecho con dieciséis años, el otro la iba a empezar con diecisiete) sorprendieron a la sociedad. Uno estaba obsesionado con el concepto del superhombre, del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, pensando que él, como superhombre por pertenecer a una clase social privilegiada, tenía derecho a todo y podía conseguir cualquier cosa que quisiera o deseara. El otro estaba completamente convencido de que era capaz de cometer el crimen perfecto por haber leído muchas novelas de crímenes y detectives. Ambas mentes se aúnan para perpetrar ese crimen perfecto, pero si te has leído el libro, verás que ocurre todo lo contrario, fallan en todo, porque son unos adolescentes, hijos de papa, a los que nunca se les ha negado nada. El crimen que cometen es una verdadera chapuza, pero ellos, en su mente, creen que todo ha salido redondo.
Hablemos de los incel, o célibes involuntarios que sienten rabia y rechazo hacia las mujeres, de tal forma que algunos llegan a traspasar la línea roja del crimen. ¿Puedes explicarnos las características de los incel y cómo empezó todo? ¿Qué llevó a Elliot Rodger, un joven de veintidós años a perpetrar una matanza el 23 de mayo de 2014?
En todos los capítulos yo hablo de la infancia de estos sujetos y lo que he tratado de hacer es que haya un iter criminis racional de modo que el lector diga al final del libro: “vale, no lo justifico, tampoco entiendo que haya hecho lo que ha hecho, pero sí que comprendo que se haya convertido en un asesino”. En el caso de Elliot Rodger, es el primer asesino incel de la historia. Incel es un acrónimo inglés que significa “célibe involuntario” y viene de una subcultura que nace en las redes sociales, en Internet, en “Reddit”, que ya no existe. ¿De qué hablan los célibes involuntarios? Son misóginos, odian a las mujeres porque las consideran culpables de su propia virginidad. Son unas distorsiones cognitivas brutales porque, realmente, no pueden tener relaciones sexuales precisamente por lo misóginos que son, pero ellos no lo ven así. Quieren tener, además, relaciones sexuales con mujeres muy determinadas, muy atractivas, las típicas actrices que aparecen en todas las películas norteamericanas de las hermandades de las Universidades y no tienen acceso a este tipo de mujeres, primero porque no tienen las habilidades sociales para poder entablar una conversación. El hecho de que tu no midas 1,80 m y no seas un nórdico guapísimo no te impide estar con mujeres hermosas, pero estos sujetos tienen otra distorsión cognitiva, que es el determinismo sexual. Creen que como son feos, bajitos, no van al gimnasio, no están bronceados… pues no pueden tener acceso a estas mujeres y esto los lleva a odiarlas. El primer sujeto que perpetra una masacre contra las estudiantes de una hermandad, en la Universidad de Santa Barbara, en Isla Vista, es Elliot Rodger. Va a atacar a las mujeres de esta hermandad porque no le hacían ni caso. No era feo, vestía muy bien, disfrutaba de una buena posición económica y, con dieciocho años, ya tenía un BMW de alta gama. Las mujeres lo rechazaban por como las trataba, pero él creía que el motivo era que no les resultaba atractivo. Es un concepto complejo que el lector entenderá cuando lea cuales eran las patologías de Elliot Rodger. Lo lamentable es que ha habido sujetos que han querido imitarlo y han cometido masacres como la suya.
La hipoxifilia o asfixia erótica fue probada por Harvey Murray Glatman, futuro asesino y depredador sexual, cuando tenía once años. ¿Qué aconsejarías a los padres si descubrieran que su hijo realiza este tipo de prácticas?
Es una práctica altamente peligrosa porque puede llevar a la muerte. Es una filia patológica de alto riesgo. Yo no soy quien para aconsejar a nadie, pero lo único que digo es que si los padres ven a sus hijos en una edad muy temprana llevando a cabo prácticas sexuales de alto riesgo tienen que, evidentemente, hablar con un profesional. Es decir, cualquier padre puede pillar en un momento determinado a su hijo adolescente llevando a cabo una práctica de auroerotización porque forma parte del ser humano, de nuestra propia sexualidad y de cómo vamos investigando nuestro cuerpo. Otra cosa es que lo pille haciendo –no lo vamos a desvelar- lo que Murray Glatman hacía con una cuerda y un cajón –ahí lo dejamos-. Por supuesto lo llevaron a un médico que dijo a los padres que no se preocuparan, que en la edad adulta se le pasaría, pero no se le pasó. Lo que se pasó por alto fue una conducta de alto riesgo y, luego, hubo un factor desencadenante que, sumado al factor de riesgo, hizo que Harvey Murray Glatman se convirtiera en un asesino y agresor sexual serial.
Una infancia traumática, ¿predispone a una persona para convertirse en asesina? ¿Qué opinas?
Sí que tenemos casos de sujetos que han tenido infancias traumáticas y vivencias de maltrato. Hablo de maltrato físico, psicológico, sexual y, el más importante, maltrato emocional, pero no todos los niños que han sido maltratados se van a convertir en agresores, ni en maltratadores, ni en asesinos. Como digo, el crimen es multifactorial e influyen muchos factores hasta el momento en que una persona se convierte en un asesino. El asesino no nace, nadie nace roto, son otros los que te rompen. Hay un caso en el libro, concretamente el de una mujer que ha tenido una infancia completamente normal y se convierte en una asesina.
En el resto de los casos, curiosamente, determinadas situaciones que viven esos sujetos en la infancia hacen que se conviertan en asesinos.
¿Puedes explicarnos qué es la hibristofilia y porque afecta más a mujeres que a hombres?
La hibristofilia es una parafilia, aunque no aparece recogida ni en el DSM-5 ni en el CIE-11, que consiste en dos situaciones diferentes. Primero, en sentir una atracción amorosa, emocional y sentimental por hombres peligrosos, como asesinos en serie, violadores o maltratadores. Son mujeres que se enamoran de este tipo de hombres. Luego, tenemos la encriptofilia, que es algo diferente, porque de lo que se enamoran es de la fama que tienen determinados asesinos cuando salen en los medios de comunicación, cuando se hacen películas, cuando se escriben True Crimes, etc.
¿Por qué afecta más a las mujeres? Porque nos encontramos con cuatro tipos de hibristofilia diferentes. El caso más paradójico es el de enamorarse de estos asesinos porque creen que al casarse con ellos en prisión, van a cambiarlos, es lo que se conoce como “amor redentor”. Creen que cuando conozcan a una buena persona, que les dé su amor, que les trate con cariño, estos hombres van a cambiar. De lo que no se dan cuenta es de que la mayoría de estos sujetos son psicópatas y no van a cambiar, porque la psicopatía es una forma de ser, es un trastorno de la personalidad, y muchas de estas mujeres, que incluso se han llevado a estos hombres a su casa cuando han salido del centro penitenciario porque les han concedido un permiso, han terminado asesinadas. La hibristofilia, en Estados Unidos, es una práctica en boga y son muchísimas las mujeres que se cartean o envían emails a asesinos declarándoles su amor. En España, hubo un caso, el de Miguel Carcallo. El centro penitenciario tuvo que prohibir que recibiera cartas, porque cientos de adolescentes le enviaban cartas de amor porque se habían enamorado de él, un asesino confeso.
Háblanos de la tríada oscura de la personalidad (TRIOPE), que también citas en Muertes nada accidentales.
La triada oscura de la personalidad (TRIOPE) se caracteriza por tres rasgos: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Es lo que se conoce como la empatía oscura. Cuando un sujeto (hombre, o bien una mujer, aunque es menos habitual) tienen estos tres rasgos, pueden convertirse en personas totalmente malévolas, dañinas, malvadas… No solo pueden cometer crímenes, también pueden acabar dirigiendo un país, una empresa, una editorial, etc. Son tres rasgos de personalidad que convierten en líderes a personas manipuladoras, mentirosas, con un gran carisma, con un encanto superficial y con una gran capacidad para conseguir lo que quieren de su entorno, utilizando incluso los sentimientos, las emociones y el amor. Evidentemente, una persona con estos tres rasgos de personalidad tiene rasgos de psicopatía muy elevados. Pueden convertirse en asesinos o en presidentes de un país, porque se aúna lo peor del maquiavelismo, del narcisismo y de la psicopatía. El maquiavelismo define a aquella persona capaz de planificar y organizar cualquier situación para conseguir lo que quiere en su propio beneficio. El narcisista, exactamente lo mismo, y el psicópata, ya sabemos todos lo que es. Imaginemos ahora que alguien tiene las tres características. ¿Quién las tiene? Uno delos protagonistas de Muertes nada accidentales, Jacques Algarron.
¿Se puede matar por amor, como en el caso de Denise Labbé, que asesinó a su hija como un sacrificio extremo que le exigía su amante para demostrarle que era digna de él? En tu opinión, ¿son más manipulables los hombres o las mujeres?
Ambos, hombres y mujeres, son manipulables. Tenemos el caso de Maje, en España, que manipula a uno de sus amantes (tenía cinco) para que mate a su propio marido. Es una mujer que utiliza las emociones (el sexo y el amor) y consigue que Salva –su amante- acabe matando a su marido. En cuando a Denise Labbé es un experimento para Jacques Algarron y la manipula para probar qué es capaz de hacer una mujer por él, por su amor. La lleva al extremo y, efectivamente, Denise Labbé ante la disyuntiva de “si no matas a tu hija te voy a abandonar” termina matando a su hija. Hay un proceso de unos pocos meses de manipulación y ,finalmente, él le plantea que si realmente le quiere tiene que hacer un sacrificio por su amor. Cuando ella le avisa a través de un telegrama que ya pueden vivir la pareja ideal porque ha matado a su hija, él le contesta: “Eres una idiota, por seguir mis palabras al pie de la letra”. A partir de ahí, empieza un proceso judicial fascinante y es a raíz de este caso que se tiene que crear una nueva figura en el Código Penal, una figura que no existía.
Por último, nuestra pregunta obligada, Paz. Tras escribir Muertes nada accidentales, un libro apasionante sobre la parte más oscura del ser humano, ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
En estos momentos, no tengo nada pensado. Estoy dando muchas clases y conferencias y asistiendo a muchos festivales de novela negra. Me gustaría empezar a finales de año a escribir un nuevo libro, pero todavía no sé si será un segundo Muertes nada accidentales, o si será un ensayo diferente. Tengo proyectos, pero no te puedo contar ninguno, porque todavía no sé lo que voy a hacer. De momento, ya te digo: clases, conferencias y festivales de novela negra.
Desde Mucho Más Que Un Libro te deseamos mucha suerte.