Entrevistas género negro

Entrevista a José Montal

José Montal, autor de La bala número seis.

José Montal nació en Valencia al tiempo que los Beatles arrasaban el mercado musical mundial con su Love me do. Tal vez por eso la música es un elemento sumamente importante, tanto en su vida como en su obra. Lleva más de treinta años en el mundo del diseño gráfico y la ilustración y, además, es un prolífico pintor y músico. Aunque no se dedica profesionalmente al arte de la escritura, es autor de ocho novelas: María de Amor (1998), Alma del Nilo (2001), El valor del miedo (2004), En apenas un segundo (2013), Expediente Queen, con el seudónimo de Jeff Wontana (2020) y la trilogía de Ted Hartley: La bala número seis (2020), La muerte me saluda cálida (2021) y Hay que joderse (2021). 

¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Te iniciaste con relatos cortos o directamente con novelas?

Bueno, antes de los dieciocho ya había leído bastante, y la inquietud por la literatura ya me empujaba a escribir, pero nunca con la intención de dedicarme a ello, más bien como una reacción a mi pasión por la lectura. Sentía la curiosidad (más que necesidad) por saber si sería capaz de escribir mis propias historias. Y claro, me inicié con algunos absurdos relatos breves, de los que conservé algunos, mientras que otros fueron desapareciendo durante los sucesivos traslados y mudanzas.  Mi primera novela, María de Amor, llegó mucho más tarde, en 1998. Y la sensación que me produjo comprobar que sí era capaz de desarrollar una historia y contarla de forma que llegara a la gente es lo que me invitó a seguir explorando el mundo de la novela.

Cuéntanos tu evolución como escritor hasta llegar a la novela negra y policíaca. ¿Cuáles son tus referentes literarios?

Supongo que mi caso es bastante inusual, ya que no he tenido una “trayectoria” como escritor. Nunca he llegado a pensar que pudiera dedicarme a escribir de forma profesional, ya que nunca he tenido el tiempo suficiente para dedicarme a ello de una forma continuada. Me debo al trabajo que me da de comer, así ha sido siempre, así que lo de escribir ha sido más un hobby que otra cosa. De hecho, hacía más de siete años que no escribía cuando me he reactivado como consecuencia de encontrarme en situación ERTE, con un montón de tiempo por delante para emplear en lo que quisiera. En cualquier caso, mis primeras novelas eran de corte romántico y altamente autobiográficas, y el llegar a la novela negra, policíaca y de aventuras ha sido como consecuencia de la necesidad de desmarcarme de mi anterior estilo, buscando divertirme al escribir y, al mismo tiempo, divertir a los demás. Como referentes tendría que nombrar a demasiados autores (como me pasa siempre que me preguntan por mis favoritos, en cualquier campo), me nutro de todo lo que me gusta. Y me gustan tantas cosas. Pero podría citar desde Raymond Chandler o Dashiell Hammett y James Ellroy a Paul Auster, Ernest Hemingway o Haruki Murakami. Es como tener que elegir una canción favorita. No puedo, tengo cientos, si no miles de ellos.

¿Cómo se gestó La bala número seis? ¿Te has inspirado en otras obras y autores?

Eso lo he tenido que explicar en una nota de autor en la misma novela, porque lo cierto es que La bala número seis no fue gestada, sino que fue surgiendo día a día como producto de un experimento; el de escribir cada día improvisando sobre la marcha. Acababa de escribir una novela (Expediente Queen) en la que había empleado muchas horas de trabajo previo, de documentación y planificación, mucha energía, y lo que quería era aprovechar esa inercia de trabajo para seguir escribiendo, así que me puse a ello tan solo con la idea de inventar un personaje (acabaron siendo dos) y ponerlo un poco al límite, a ver qué sucedía. Solo quería seguir escribiendo después de terminar la anterior novela. Ningún plan preestablecido. Así que me senté, y empecé a escribir. Fui avanzando a partir del personaje principal, Ted Hartley, un pobre diablo harto de una vida vacía y miserable, que decide acabar con su particular “día de la marmota” y emprender un viaje sin retorno. Durante los cuarenta días que duró mi aventura como escritor de improvisación, la historia de Ted Hartley fue creciendo y convirtiéndose en la novela que acabó siendo. Toda una sorpresa para él y para mí mismo. En cuanto a la inspiración, no tengo la menor duda de que provino de mi “lectura constante”, durante esta pandemia, del maestro del terror Stephen King, a quien culpo de haber escrito mis últimas cuatro novelas en trece meses. Él es uno de los máximos responsables de tal acontecimiento, sin duda.

Un viaje sin retorno.

Dos protagonistas: hombre y mujer. (el empleado de gasolinera Ted Hartley y la teniente de policía Kathy Gates).  No se conocen, pero ambos inician un viaje sin retorno hacia el sur de Estados Unidos para terminar cruzando sus destinos en Cleveland, una de las principales ciudades de Ohio ¿Estamos ante una trepidante road movie?

Lo cierto es que es una novela totalmente “cinematográfica”, seguramente porque es así como la he concebido, la he ido visualizando como si de una película se tratara, creo que por eso transcurre a toda velocidad, siempre en movimiento, sin un momento de descanso. A pesar de llevar una parte descriptiva bastante importante, la acción no cesa, cosa que hace más atractiva la lectura. Eso me han comentado, al menos, algunos de mis lectores.

¿Te gusta el cine de gánsteres? ¿Alguna influencia de la película Bonnie and Clyde (1967) que dirigió Arthur Penn, en La bala número seis?

El cine me apasiona, en todos los géneros, soy un enamorado del cine de los 40, 50 y los 60, así que el cine negro (y en blanco y negro) figura entre mi género favorito. Y por supuesto que Bonnie and Clyde ha ejercido su parte de influencia, aún sin tenerlo previsto, pues el protagonista de mi novela acaba convertido un poco, más por influencia de su inesperada acompañante, en un Clyde de nuestra época.

La música juega un papel importante en la vida de los personajes de La bala número seis, especialmente la música Country de los setenta, la preferida de Kathy Gates. ¿Por qué introducir la música en la novela como un personaje más? ¿Cuál es tu género musical preferido? 

En realidad, a Ted Hartley también le encanta el Country, la idea era que se viera que ambos personajes tenían mucho más en común de lo que hubieran llegado a pensar, caso de haberse conocido, desde llevar el mismo revólver Colt 45 Peacemaker, hasta la propia música Country que los dos escuchan. La música forma una parte tan importante en mi vida que me resulta imposible no contar con ella a la hora de escribir. En todas mis novelas existe una banda sonora original, es inevitable, a la vez que imprescindible. Una vez más, como si de una película se tratase. Al igual que no podríamos concebir una buena (o mala) película sin su banda sonora, yo no concibo una novela sin su música correspondiente.

La bala número seis narra la historia de los dos protagonistas en capítulos alternos, pero mientras Ted Hartley cuenta al lector su odisea en primera persona, un narrador omnisciente nos revela los pensamientos y las acciones de Kathy Gates mientras ésta persigue al asesino en serie que ha acabado con la vida de su hija, Erin, de siete años. ¿Cómo decidiste utilizar estas dos formas narrativas en la misma novela?

Se me ocurrió que, si el personaje principal era Ted, debería llevar la voz cantante, hablar en primera persona, contarnos de primera mano lo que le pasaba por la cabeza. De mismo modo pensé que estaría bien el experimento de usar dos voces distintas, para hacer la lectura más atractiva. No había hecho nunca tal cosa, y puesto que estaba experimentando, me lancé a ello. Creo que el resultado quedó bastante bien.

Cleveland (Ohio), destino final.

Vidas sin sentido ni esperanza, violencia indiscriminada y gratuita, pederastia, huida a ninguna parte. Todo esto y mucho más es La bala número seis. ¿Cuál era tu objetivo al escribir la novela?

La verdad es que en todas mis novelas anteriores me había “portado bien”, había sido demasiado correcto, me apetecía cambiar de registro y “portarme mal”, aunque fuera un poco. Quería escribir acerca de temas más sórdidos, sobre algún personaje mezquino, desquiciado, ruin, con una vida miserable y nada amable, aún así, no pude evitar la vena socarrona y ese sentido del humor con el que he contagiado al protagonista, que le han restado algo de dramatismo al relato, con tanto asesinato y tanta sangre. Sin embargo, tenía claro que no quería dejar con mal cuerpo a nadie, al contrario. La idea era escribir algo entretenido, no demasiado profundo ni oscuro. Al final, la gente le acaba cogiendo cariño al infame protagonista, así me lo han transmitido algunos lectores.

¿Has viajado por Estados Unidos como los protagonistas de La bala número seis? ¿Cómo te documentaste?

Nunca he estado en Estados Unidos. Por fortuna, hoy en día no es necesario viajar para “estar” en cualquier lugar del mundo, el señor Verne hubiera alucinado en nuestra época. Puesto que la novela es, tal y como has mencionado antes, una especie de road movie, quise que transcurriera por lugares reales; carreteras, pueblos, cafeterías, localizaciones, en fin, que fuera todo lo más verídico posible, y ello no ha sido problema gracias al poder de la red, al todopoderoso Google Maps, que me permitió sobrevolar todo el territorio por el que transcurre la aventura, bajando incluso hasta el suelo para poder describir lugares reales, con nombres y apellidos.

«Asmodai«

“Asmodai” es el apodo elegido por la policía para referirse al asesino que ha matado a la hija de Kathy Gates. ¿Qué significa? ¿Por qué “Asmodai”?

Asmodai es el nombre con que Kathy bautiza al asesino en serie que acaba con la vida de su hija. Como la policía no ha apodado aún al individuo, ella le pone el nombre de Asmodai, que es un príncipe de los demonios dentro de la demonología en las religiones abrahámicas, y que es el nombre con el que su padre hacía referencia al diablo.

¿Decidiste la trama y el final de la novela antes de empezar a escribir? Cuéntanos cuál fue tu método.

Tal y como explico al principio de la novela “no tenía ningún plan preestablecido”. En realidad, solo sabía que quería seguir escribiendo, y después de haber utilizado (creo) un método más tradicional y lógico en la novela anterior, en esta preferí improvisar, a ver qué pasaba, averiguar si sería capaz de escribir algo coherente de esa manera. Y así fue durante gran parte de la novela, hasta que, llegando al final, sí tuve que ponerme a planificar cómo cerrar el círculo que los dos protagonistas habían ido trazando. Sorprendentemente, todo encajó como un guante.

¿Tiene continuación La bala número seis?

Pues, increíblemente sí. A pesar de pensar que aquella era una manera loca y suicida de escribir (todavía lo pienso), en cuanto acabé de escribirla, y después corregirla… seguí escribiendo, continué con la aventura que había comenzado y de esa manera, lo que iba a ser una novela única e independiente, se convirtió en trilogía. A “La bala número seis” le siguieron “La muerte me saluda cálida” y “Hay que joderse”.

Tus consejos para empezar a escribir son…

Tener muchas ganas e ilusión por hacerlo, y empezar sin miedo a contar aquello que se nos ha metido en la cabeza y que necesitamos narrar sin demasiadas pretensiones ni expectativas, en principio. Solo dejarse llevar, escribir como si recitáramos en voz alta aquello que queremos contar. Y a ver qué pasa. Y, desde luego, empezar por algún relato breve, a ver cómo va la cosa. Una novela lleva mucho trabajo detrás (casi siempre) y exige un esfuerzo y una dedicación muy grandes.

¿Y para promover la lectura entre las generaciones más jóvenes en esta época dominada por la inmediatez y la esclavitud de las redes sociales?

Difícil. La lectura requiere de un tiempo, de una quietud, de un silencio, de una concentración que parecen reñidos con la trepidante actividad en la que se ven inmersos los más jóvenes. Pero siempre se debería incitar, desde el entorno familiar, a la lectura desde muy pronto. Existe una literatura infantil y juvenil apropiada para cada edad, y está demostrado que si en una casa los mayores leen, los pequeños acaban contagiándose de tan maravillosa actividad.

¿Qué cinco autores y cinco novelas nos recomendarías?

Después de contestar a esta pregunta me sentiré fatal, bueno, ya me siento así al tener que responderla, pero por cortesía, citaré algunos de los que me gustan; autor y novela correspondiente.

Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Marguerite Duras, Los caballitos de Tarquinia; Yukio Mishima, El rumor del oleaje; Paul Auster, La trilogía de Nueva York; Stephen King, La milla verde.

Me duele en el alma no haber citado a un millón de ellos más.

Y, por último, le pediremos a José Montal que nos cuente acerca de sus próximos proyectos.

Ahora mismo la prioridad es recuperar mi actividad laboral, bien en la empresa a la que todavía pertenezco, bien en cualquier otra. Está claro que, al menos en mi caso, mi actividad literaria y artística no da para comer, así que no queda otro remedio que seguir batiéndose el cobre por un salario que nunca llegará a estar a la altura de las expectativas de uno. No obstante nunca más volveré a decir “juro por Dios que nunca más volveré a escribir”.

Desde Mucho Más Que Un Libro te deseamos mucha suerte.

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