Entrevista a Salvador Casas
Salvador Casas nació en Santa Coloma de Farners (Girona) en 1953 y trabajó como cobrador de autobús, empleado municipal y empleado de banca. Aficionado a la novela negra, desde 2001 cursó diferentes cursos de escritura y narrativa, que desembocaron en su debut como novelista en 2006 con la publicación de Temps difunt, ganadora del VII premi literari del Col·legi d’advocats de Mataró. En 2007, publicó L’impostor accidental y Samba per a un difunt vio la luz en 2017. Su novela, L’àngel executor, fue finalista del Premi Memorial Agustí Vehí Vila de Tiana y será publicada próximamente en la colección Crims.cat de Editorial Alrevés. Asimismo, su relato Negra és la nit fue uno de los cinco galardonados con el Premi del jurat del quart Concurs de Relats “El vi fa sang 2018”. Pertenece al grupo literario Verum Fictio.
¿Cuándo decidiste ser escritor? ¿Escribías durante la adolescencia?
No recuerdo que tuviera afición literaria alguna de pequeño, aparte de sacar mejores notas en las asignaturas de «letras» que en las de «ciencias». Mis ganas de escribir vienen del gusto de la lectura y todo empezó en unos mundiales de fútbol, creo que los de 1994, en que amigos y conocidos estaba todos pendientes de este deporte que a mí me importaba un bledo. Acababa de leer «Crónica de una muerte anunciada» de Gabriel García Márquez i decidí cambiarle el final. Después de semejante sacrilegio, del que evidentemente Gabo no se enteró, empecé a especular sobre la idea de escribir una novela. Como mi género preferido era el «negro», resolví decantarme por ese tipo de narrativa.
Desde 2001 has seguido diferentes cursos de escritura y narrativa. ¿Nos cuentas tu itinerario?
Cuando empecé a escribir me di cuenta de que no tenía ni idea de cómo hacerlo. ¿Era cuestión de ponerse tras el ordenador i empezar a llenar folios? Enseguida entendí que no era esa la manera de novelar, o por lo menos, mi manera de hacerlo. Mi espíritu, un poco caótico y un punto desordenado, no hacía más que atascarse frente a las páginas en blanco esperando que se hiciera presente el caudal narrativo. Entonces me apunte a unos cursos de escritura en la Casa de Cultura de Girona. Allí aprendí los avatares de la construcción de una novela de la mano de Matthew Tree, un escritor británico que publica en inglés, catalán y castellano. Pude entender aquello que me ha resultado clave para llevar a buen puerto una narración: hacer un proyecto previo, también llamado guión o escaleta. Se trataba de algo tan sencillo como saber «qué» vas a escribir antes de meterte en ello. De esta forma, escena a escena, asimilé que era la mejor manera de hilvanar el hilo narrativo y llegar al buen fin de una obra.
Como todos mis estudios eran contables y mercantiles, y mi profesión, empleado de banca, no daba mucho de sí en asuntos literarios, emprendí una etapa de formación en el «Ateneu Barcelonés», en donde hice los cursos de Novela I y II, Guión, Novela Negra y Estilística literaria. Fui alumno de autores de gran calidad narrativa: Flavia Company, Isidre Grau, Andreu Martín y Lali Ribera, que pusieron orden, fijaron mi mapa mental y resolvieron mis desvaríos en el mundo de las letras para que consiguiera edificar una estructura eficaz y convertirla en una novela atractiva.
¿Relato corto o novela? ¿Cómo te sientes más cómodo?
Me siento mucho mejor en la novela que no en el relato corto, aunque tengo una docena de ellos no publicados guardados en el ordenador. En mi opinión, mi valor añadido en la novela es la imaginación. No me es difícil inventar una historia, y a medida que ésta va creciendo en la escaleta, voy dando vida a personajes y a escenas que me llevan a ocupar una extensión considerable de texto. Mis obras publicadas y las pendientes, se mueven entre las doscientas y las cuatrocientas páginas, a excepción de la primera, Temps difunt, que es más corta.
Con Temps difunt ganaste el VII premi literari del Col·legi d’advocats de Mataró. ¿Cómo se gestó esta primera novela?
Temps difunt nació en Ikea Badalona. Allí acudí con mi esposa con la finalidad de comprar una mesa o un sofá, no recuerdo en concreto qué mueble era. Lo cierto es que tengo una cierta capacidad de evasión mental cuando el entorno no me interesa demasiado; así pues (ya fuera por el olor de las resinas de los muebles suecos, la novedad del entorno en aquel entonces o la gente que como yo había acudido allí a comprar) me fijé en un matrimonio que, junto a su hija adolescente, con cara de desagrado por haberla llevado allí, hacía el mismo recorrido que nosotros. La idea fue fulminante y empecé a dar vida a unos personajes de ficción basados en los auténticos, que nada sabían de que yo les iba a cambiar la existencia. Agarré el minúsculo lápiz i el bloc de notas que Ikea facilita a sus clientes y la emprendí con la historia de un abogado que planea la muerte del amante de su esposa; una historia vista de forma poliédrica, a través de los ojos de nueve personajes que cuentan cada uno su relato hasta dar contenido a la obra.
Samba per a un difunt, tu tercera novela publicada, se desarrolla en Brasil, entre Sao Paulo y Brasilia. ¿Cómo surgió la idea de situar la acción en un país latinoamericano de habla portuguesa?
Una noche calurosa de verano asistí a una sesión de «samba y bossa nova» en una carpa musical. El motivo era salir a tomar una copa. Confieso que había oído varias veces esta música brasileña pero nunca le había prestado demasiada atención. A la segunda cachaça con limonada, seducido por la música, empecé a imaginar a un pianista —Germinal Vergara— que tocaba en un club nocturno. Este pensamiento me llevó al argumento de la novela. Sin embargo, los inconvenientes no faltaban, sobre todo la dificultad de saber cómo era la vida en São Paulo en 1960, época en la que transcurre el argumento de la novela. Tuve un destello de buena suerte al comentar lo que escribía a una compañera de trabajo; me comentó que conocía a una señora que había residido desde 1955 hasta 1975 en aquella ciudad. Me presentó a la señora Rosa —que desgraciadamente murió antes de ver publicada la novela— la cual me ilustró en todos los intríngulis de São Paulo: qué comían, qué bebían, donde estaba el ambiente… Todo lo que necesitaba para dar verosimilitud a mi relato. En resumen, fue la música brasileña la que me llevó a situar la acción en aquel país.
El protagonista, Germinal Vergara, exiliado de la Guerra Civil Española, fue acogido por México como tantos otros fugitivos cuando solamente era un niño de nueve años. ¿Querías llamar la atención del lector sobre esa parte oscura de nuestra historia reciente?
El exilio i la Guerra Civil son, por desgracia, unos elementos que siguen presentes en el trasfondo de nuestra sociedad i van aflorando cuando uno menos espera. Eso me pasó cuando estaba hilvanando el argumento de la novela. Se manifestó sin más en el momento en que decidí crear un protagonista cercano a mi persona y a los lectores, necesitaba un sujeto solitario que hubiera abandonado el país a raíz de la Guerra Civil y se hubiera situado en Brasil, y se me apareció el músico Germinal Vergara.
La música forma parte de la vida de Germinal Vergara ¿También de la de Salvador Casas? ¿Qué significa para ti la música y especialmente la samba brasileira, tan importante en el desarrollo de la novela?
La música es importante para mí cuando estoy en pleno proceso creativo, en este caso la samba fue la que me abrió la mente a la novela. En L’impostor accidental, editada por Columna en 2007, y que se sitúa en Lisboa, fue el fado el motor del relato. Y en otra novela aún no publicada es la música de Abba la que lubrica mi imaginación para crear las vías y los puentes necesarios para llegar al buen fin de la narración.
A medio camino entre los géneros histórico y negro, la novela aborda temas diversos como la difícil vida de los refugiados huidos de la Guerra Civil y la de los desheredados de la sociedad, el engaño y la manipulación, amor y desamor, la corrupción, criminales nazis instalados en Brasil tras la Segunda Guerra Mundial, la venganza y la tentación de hacer justicia por la propia mano… ¿Te has inspirado en casos reales? ¿Dónde acaba la realidad y empieza la ficción?
Diría que la mayoría de escritores tenemos nuestro pósito mental lleno de las novelas que hemos leído, películas que hemos visto y noticias impactantes reales que recibimos a lo largo de nuestra existencia. En mi caso tengo bien guardadas escenas de la Segunda Guerra Mundial, del nazismo y, sobretodo, secuencias de impostura y suplantación. Samba per a un difunt hizo aparecer en mi mente un repertorio de campos de concentración y de nazis exiliados en Brasil —todos conocemos innumerables casos reales de personajes descubiertos en Sudamérica— que habían camuflado su identidad y se habían transformado en perfectos impostores que disfrutaban de una vida plácida escapando de una justicia que a veces no mostraba excesivo celo en perseguirlos, en este caso sí que mi escritura se ha inspirado en hechos reales.
Uno de los filmes de mi pósito mental que seguramente han influido en la novela es «Encadenados«, la película de Alfred Hitchcock protagonizada por Ingrid Bergman y Cary Grant, que trata de elementos nazis encubiertos en Brasil durante la Segunda Guerra Mundial.
Realidad y ficción siempre están unidos en mi mente. Ya sabemos el tópico aquel: la realidad siempre supera la ficción. Simplemente, en aras de la verosimilitud de la narración, intento que la ficción esté en concordancia con la realidad.
¿Decidiste el desarrollo de la trama, el título y el final de Samba per a un difunt antes de empezar a escribir? ¿Cómo lo haces habitualmente?
Efectivamente, ya he explicado mi modo de trabajo. Primero la escaleta, con todas las escenas hasta el final —en algún caso debo tener suficiente cintura para cambiar alguna secuencia si no cuadra con el desarrollo esperado de la obra—. Necesito un título desde el primer día, aunque solo sea para guardar lo escrito en word. La novela ha tenido diversos títulos: Steinway & Sons —la marca del piano soñado por Germinal—, Són massa els perills d’aquesta vida —el título de una canción de bossa nova de Vinicius de Morais, y que no gustó al editor—, y el definitivo, Samba per a un difunt, que nos pareció a todos muy acertado.
¿Podrías decirnos cinco autores de referencia de tu época de adolescente? ¿Y tus cinco novelas preferidas?
Mi primera novela leída fue Pinoccio de Claudio Collodi, siguió una serie de novelas hechas de narraciones cortas que empezaban por Guillermo el conquistador, publicadas por Editorial Molino, historias de un preadolescente inglés muy gamberro, escritas por Richmal Crompton —autor que creía que era de género masculino y hace poco me enteré de que era una mujer—. Don Camilo, de Giovanni Guareschi. El club de los cinco, de Enid Blyton. Y la que fue mi primera novela negra leída: Diez negritos, de Agatha Christie.
Actualmente, tus autores y títulos de novela negra favoritos son…
Mi autora preferida en género negro es Patricia Highsmith. No podría citar solo una obra, voy a apuntar al menos dos: Extraños en un tren y El talento de Mr. Ripley.
John Le Carre: Llamada para el muerto y El topo.
Patricia Cornwell: Post Mortem y Scarpetta.
John Verdon: Sé lo que estás pensando y No abras los ojos.
Y a pesar de no ser ficción: Truman Capote con A sangre fría.
La lectura, en otros tiempos una de las actividades preferidas por los adolescentes, ha perdido peso en favor de series, videojuegos, móviles y redes sociales. ¿Qué novelas recomendarías a los jóvenes lectores para competir con la “adicción” a las nuevas tecnologías?
De la misma forma que la televisión no acabó con la radio, ni el E-Book ha eliminado las ediciones en papel, espero que las nuevas tecnologías no erradiquen la lectura de libros. Confío plenamente en las bibliotecas como centros de reclutamiento de lectores y en las bibliotecarias i bibliotecarios como hadas madrinas de los futuros lectores. Opino que cada lector debe descubrir el género que más le guste.
Recomendaría: El año del diluvio de Margaret Atwood, para tomar conciencia de los problemas que causa el progreso en el medio ambiente. Y Yo, Robot, de Isaac Asimov, para tomar conciencia de la inteligencia artificial de los robots.
Consejos para escritores noveles…
Soy muy malo dando consejos, sin embargo, puedo comentar mis problemas como escritor novel.
Mi mayor dificultad no es escribir una novela, sino querer publicarla. En mi caso envío la obra a editoriales y a concursos literarios, que en muchísimos casos no son aceptadas ni premiadas. Es patente mi dificultad para publicar. Entonces, cuando todas las respuestas son negativas me convenzo a mi mismo de ser inasequible al desaliento.
Por último, nuestra pregunta obligada. Háblanos de tus proyectos de futuro.
Durante los diez últimos años he escrito cuatro novelas y un libro de cuentos, o sea a razón de una obra cada dos años. Una de las novelas L’àngel executor, finalista del premio Memorial Agustí Vehí Vila de Tiana será publicado próximamente. Mi proyecto de futuro es publicar las obras restantes y seguir evadiéndome de la realidad poniendo fantasía a las narraciones que me pasen por la cabeza.
Desde Mucho Más Que Un Libro te deseamos mucha suerte.