Entrevistas Thriller

Entrevista a María Jesús Peregrín, autora de “El límite de Roche”

María Jesús Peregrin. Fotografía: Galo Rivera.

María Jesús Peregrín nació en Larache, Marruecos. Es periodista y estudió Derecho en Granada. Trabajó en medios de comunicación tan dispares como, Patria, La Hoja del Lunes, Diario de Granada y Diario “Liberación” en Madrid. También en emisoras de radio como M-80 Granada, Radio Minuto Las Palmas, Cadena COPE o TVE en Canarias. En 1979 recibió el Primer Premio de Poesía Ciudad de Almería por su poemario La eternidad está deshabitada. En 2013 publicó su primera novela La Visión Harper (Premio Círculo Rojo a la Mejor Novela Fantasía). Le siguieron El frutero no discutía de mermeladas (2016) y Sibila, hija de lobos (2017). En 2022 publica El límite de Roche, un thriller que atrapa al lector desde la primera página hasta su sorprendente final.

Has trabajado como periodista en diversos medios de comunicación y en el periodismo no hay lugar para la ficción. Cuéntanos cómo fueron tus inicios en la ficción literaria.

Efectivamente, en Periodismo nunca hay lugar para la ficción. Sin embargo, el periodismo fue el arranque para la inspiración de mi primera novela “La Visión Harper”. Recuerdo que ocurrió durante una rueda de prensa en los Reales Alcázares de Sevilla, con el que en el año 2012 fue Ministro de Sanidad: Bernat Soria. Yo entonces era redactora en Canal Sur Televisión y me tocó ir a cubrirla. Se presentaban algunos avances sobre la terapia celular para el tratamiento de la diabetes. Como mi madre era diabética de insulina, me la preparé a fondo. Cuando le pregunté al ministro sobre islotes pancreáticos y células madre; sobre los acuerdos que había firmado España con científicos coreanos, me miró estupefacto…Igual que algunos periodistas, que no tenían ni idea de lo que era aquello. Me acuerdo que contestó asombrado. En aquel momento pensé que aquel hombre no era un ministro en realidad, sino un traficante de células madre; un espía que trabajaba para España y para Corea, je, je. Con el tiempo tuve ocasión de contarle la anécdota; decirle que me inspiró a escribirla. Se compró la novela, claro. Una novela que trata de un científico que encuentra, durante una intervención quirúrgica casual, una sangre especial. Una sangre capaz de regenerar los miembros amputados… En lugar de dar a conocer el hallazgo entra en contacto con un grupo de mafiosos en Berlín, lo que le acarreará graves consecuencias.

¿Poesía o prosa? ¿Poemario o novela? ¿Qué prefieres? Háblanos de tus referentes literarios.

Bueno, siempre la poesía. Desde mi infancia. La muerte de mi padre y su ausencia marcaron mi amor por los libros. La poesía me salvó la vida. Pero tenía 11 años. Había que seguir indagando, leyendo. Buscando. Mi madre me regaló Las 100 Mejores Poesías de la lengua castellana. Un mundo en el que poder entrar y cerrar las puertas a lo horrible. Al dolor. Han sido muchos mis referentes literarios en poesía. No puedo escribir aquí todos los nombres. Te diría Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer, César Vallejo, Blas de Otero, José Hierro, Joan Margarit, Mario Benedetti… Lorca, claro. El Federico que nos marcó a todos. Desde luego grandes poetas granadinos como Javier Egea, Mariluz Escribano, Pablo del Aguila, Antonio Carvajal, Rafael Guillén o Luis Rosales. Imposible decírtelos todos. También están las lecturas de Antonio Gamoneda, Antonio Machado, Vicente Aleixandre, Walt Whitman, T. S. Eliot. Uff, la lista sería muy larga. Las ausencias, imperdonables… Yo personalmente hubiera querido seguir escribiendo poesía, pero en la Granada de los 70 y 80 nadie me hizo sitio. Tampoco apostaron por mí. Dijeron que debía seguir escribiendo…seguir escribiendo…seguir escribiendo. Perdí la fe en mí. Así fue. De raíz. Pero la literatura me interesaba más que nada. Fueron llegando otras lecturas y otros nombres: Farenheit 451, 1984, Nada, Cien años de Soledad, Pedro Páramo, Thomas Wolfe, Oscar Wilde, Honoré de Balzac. Lo cierto es que leía todo lo que podía. Cuando me preguntan por la novela noir siempre empiezo por Fred Vargas. Sus libros me mantienen en un ay. Me gustan Michael Connelly, Pierre Lemaitre, Andrea Camilleri, Joël Dicker, Henning Mankell… Pero confieso que no leo todo lo noir que debería…

Casi 35 años separan la publicación de tu poemario “La eternidad está deshabitada” de tu primera novela “La visión Harper” ¿Puedes explicarnos por qué?

Lo curioso es que, aun sabiendo que nunca tendría un hueco en la poesía, me presenté a un certamen literario. Se trataba del Primer Premio de Poesía Ciudad de Almería. Gané por goleada con el poemario La eternidad está deshabitada”. 50.000 pesetas, placa y publicación en la revista Andarax. Me gasté el dinero en helados: como Alberti. A día de hoy sigo escribiendo poemas porque necesito esa sacudida. Tengo guardado un poemario en el cajón sobre mujeres pisoteadas por la vida, como alfombras. Son mujeres que sobrevivieron al zarpazo… Está escrito con ironía y esperanza. Creo que el poemario es bueno; y no es soberbia.

En cuanto a los 35 años que separan “La eternidad está deshabitada” hasta mi primera novela “La Visión Harper” los silenció el trabajo que tuve. Los viajes por distintas ciudades: Madrid, Oviedo, Las Palmas de Gran Canaria, Sevilla, Granada. Radio, prensa, televisión…El periodismo absorbe mucha energía. Te quita tiempo para poder centrarte de verdad en escribir. En escribir bien. Al menos a mí. Quizá por mi forma de trabajar o por mi marcado sentido de la responsabilidad. Por eso trabajé e intenté hacerlo lo mejor posible. Trabajar bien. Necesitas un sueldo para vivir. La literatura es un campo de minas y aún más si lo pisas siendo mujer. Si crees que tienes talento y piensas que alguna editorial se dará cuenta y te echará los tejos. Error. Había que elegir.

Santa María Novella (Florencia).

Tras La visión Harper, publicaste El frutero no discutía de mermeladas (2016) y Sibila, hija de lobos (2017) antes de llegar a El límite de Roche (2022). ¿Son todas novelas de género negro? ¿Qué puedes contarnos de tus tres primeras novelas?

Salvo “El frutero no discutía de mermeladas”, podría decir que todas mis novelas son oscuras. Quizá no totalmente negras, pero sí hay en ellas un poso de intriga y misterio muy fuerte. Me encuentro bien ahí. “La Visión Harper” consiguió que me sintiera escritora durante algunos días, je, je…Toda esa gente haciendo cola en mis presentaciones…Los compañeros, los amigos…Las ventas… ¡Hasta mis jefes la compraron!

He de decir que, en cada una de mis novelas, hay un ejercicio de investigación intenso. Escribir sobre células madre no resultaba fácil si la idea era contar una historia científica que llegara al lector de a pie. A ese lector que quiere saber. No Internet. Fue enriquecedor para mí, porque conté con la ayuda de Rafael Camacho, en 2012 director general de Genoma España. En cuando a “El frutero no discutía de mermeladas”, se ha encuadrado en el llamado Realismo mágico. Fue un libro que tuve que detener durante largos periodos de tiempo. Me gustó escribirlo. Pude terminarlo gracias a la generosidad de una compañera del trabajo, Sofía Sánchez, que me cambió el turno al fin de semana. La Editorial Letrame, con la que arrancó su andadura, vendió miles de ejemplares. Gustó y me enriqueció participar en muchísimos clubes de lectura de toda Andalucía. Es la historia de una mujer que no es feliz con la vida que lleva y acepta un reto misterioso del socio de su padre: dejar el trabajo de abogada y escapar a Nueva York para cambiar su rumbo.

En cuanto a “Sibila, hija de lobos” fue un encargo. Una novela juvenil. Cuenta el intercambio entre dos chicas adolescentes. En dos institutos: uno en Granada y otro en Annecy, Francia. La joven francesa está obsesionada con los Cátaros y oculta una historia sobre rituales y muerte en la que su propia familia participa. No me veo en el género, pero también tuvo bastante aceptación. Fue una tirada pequeña. Llegó a los estudiantes, interesados en la historia del movimiento cátaro que se hizo fuerte en el sur de Francia entre los siglos XII Y XIV.

Perfumes

En El límite de Roche, tu cuarta novela, la aparición de una pistola en el coche (asiento del copiloto) del prestigioso perfumista Enzo Marchetti sin que él sepa cómo ha llegado ahí, inicia una historia que transita entre lo real y lo irreal con “ramificaciones” en la filosofía griega, el tráfico de obras de arte, el fascinante mundo de la elaboración de los perfumes, la astronomía, la música e, incluso, los trastornos mentales. Explícanos cómo se gestó la novela. ¿Te has inspirado en casos reales? ¿Por qué situaste la acción en Florencia?

Situé la acción en Florencia después de hacer un viaje a Italia y conocer la Perfumería de Santa María Novella, la primera farmacia de Europa fundada en 1212. Meses antes de ir, conduciendo el coche del trabajo a casa, observé que se me olvidaban algunas cosas en un determinado trayecto. No le di importancia, pero después de comprobar que ocurría siempre en el mismo lugar, me obsesione. Al llegar a Florencia, y no me digas cómo, hilé la historia. Un perfumista afamado con lagunas de memoria. Un hombre elegante y joven que encuentra un arma en su coche; que no sabe si puede ser un asesino o no serlo… Cuando me puse a escribir se abrió un mundo para mí. Me lo daba Santa María Novella. Llegó el misterio, la intriga… Visité la Galería de los Uffizi y apareció la trama delante de mis ojos. Tomé las notas como si alguien me estuviera contando al oído la novela…

El lector, aficionado al arte renacentista, visitará la espléndida Basílica de Santa María Novella y la Galería de los Uffizi, y descubrirá la obra de pintoras desconocidas para el gran público como Sor Plautilla Nelli (1524-1588), autora de una maravillosa “Última cena” hoy restaurada por la organización Advancing Women Artists (AWA) y expuesta precisamente en Santa María Novella. ¿Crees que se ha discriminado a las artistas florentinas por el hecho de ser mujeres?

Las pintoras florentinas estuvieron a oscuras durante mucho tiempo. No solo por los historiadores del arte, también porque se las borró a conciencia de los libros de historia. En El límite de Roche pude llegar a conocer, gracias a una investigación del periodista romano Darío Menor, a algunas de ellas. No todas han recuperado su esplendor, pero el trabajo de AWA es continuo y seguirá dando sus frutos. Pero aún quedan nombres de mujeres olvidadas. Obras de una sensibilidad y trazo extremo…

Traficar con obras de arte es un lucrativo negocio que mueve al año miles de millones de euros e involucra a falsificadores, ladrones de cuadros y compraventa ilegal. ¿Cuánto hay de realidad y cuanto de ficción?

El arte es un negocio amarrado a la oferta y la demanda. Hemos visto como algunos compradores se han gastado millones de euros por obras que “más adelante”, cotizarían al alza. La profesora de la Universidad Autónoma de Madrid Laura Lorente Bayona ha escrito en un artículo que existen numerosas técnicas utilizadas para blanquear dinero, entre ellas la compraventa de obras de arte. Lorente asegura que, tras las inversiones inmobiliarias, el lavado de dinero a través de las transacciones artísticas es uno de los más usados. Sorprende saber que hasta se simulan ventas a través de una subasta de arte a precios desproporcionados. Con esa realidad, mezclé en una coctelera un poco de ficción: las diferentes formas en las que los ladrones pueden saquear un museo y hacerse con los cuadros. Es uno de los capítulos en los que más disfruté escribiendo.

Fórmulas magistrales para elaboración de perfumes… o venenos.

Restos del compuesto 1080 es encontrado en el cuerpo de diversos personajes en El límite de Roche. ¿Hablamos de un sofisticado perfume o de algo más? ¿Qué puedes contarnos?

El compuesto 1080 es un veneno mortal. No es un perfume ni muchísimo menos; salvo que quieras acabar con alguien de forma fulminante. Es un compuesto químico, altamente tóxico. Los alemanes lo descubrieron durante la Segunda Guerra Mundial y aparece en el libro como uno de los elementos cruciales de la trama. Al centrar la historia en Florencia, me gustó la idea de incluirlo en ella. Italia es cuna de perfumes. Por eso el veneno y los olores aparecen en los cuerpos de algunos personajes. Siempre me hacía la misma pregunta: ¿es legítimo matar a alguien que se ha convertido en un tirano? Como decía Sócrates, si matamos a un tirano nos convertimos en tiranos. Para él era preferible sufrir la injusticia que cometerla. Yo he preferido darle la vuelta.

La astronomía juega un papel importante en la trama. La detallada descripción de El límite de Roche, descubierto por el astrónomo francés Édouard Roche (1820-1883), y expuesto por Bruno, el astrónomo amigo de la detective Julietta Manti, será clave para descubrir a un escurridizo criminal. ¿Cómo se te ocurrió la idea de incluir conceptos de esta ciencia en un thriller? ¿Fue arduo el proceso de documentación?

El proceso de El límite de Roche fue largo: tres años y medio si solo cuentas el tiempo de escritura. Cuando tuve la idea, necesité entrevistarme con astrónomos y astrofísicos para poder asesorarme bien de lo que quería contar, y contarlo de manera que el lector pudiera entenderlo de forma didáctica. Por suerte me ayudaron científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Granada, que es la ciudad donde vivo. También otros expertos. Los perfumes. El perfumista granadino Manuel Riaño guió mis pasos para conocer su composición y elaboración. Ya en el último capítulo de la novela el lector comprende lo que es, en Astronomía, El límite de Roche. Es el desenlace. Lo más importante para que todos los cabos que había dejado sueltos en 232 páginas se amarraran ahí. No sé si me explico bien. Era como estar en un precipicio y saber que nadie ve lo que tú ves. Por eso quise introducir la ciencia en un thriller así. Creo que es algo fuera de lo habitual.

Galería de los Uffizi, Florencia.

Volvamos al perfumista Enzo Marchetti y a sus inexplicables lagunas de memoria. ¿Podrían esconder un trastorno mental más grave? Además de otros temas de actualidad que aborda la novela, ¿se trata de llamar la atención del lector sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental?

En principio la novela no llevaba dentro, como el relleno de un caramelo, el tema de la salud mental. Me interesaba más el instinto instalado en la conciencia. Me interesaba el rencor de algunos personajes; la envidia, el odio, los celos. La venganza que nos envuelve con su capa de maldad. No sé si lo habré conseguido, porque en realidad he pasado muy de puntillas por la psicología de los personajes. Quizá porque prefiero que lo haga el lector; que imagine los porqués que llevan hacia el mal. Sí es cierto que algunos amigos médicos que la han leído me han referido el tema. Hay personajes que claramente están enfermos. Que claramente rozan la esquizofrenia. Es un tema delicado, porque con la Pandemia, creo que todos nos hemos quedado un poco tocados. Por fuera o por dentro. Los miedos que hemos tenido no han caído en saco roto. Incluso, después de este tiempo, nos han quedado algunos comportamientos extraños. …No sé…

La música clásica, blues y, de vez en cuando, el jazz, son los géneros musicales preferidos de Marchetti. ¿También de María Jesús Peregrín?

La música clásica en primer lugar. Bach, Wagner, Mozart…Forman parte de mi vida interior. Desde muy joven. Luego hay otros géneros que van y vienen según el momento. Según los tiempos. El blues, la música de los 80. Para viajar tengo unas canciones, para ir al trabajo tenía otras bastante pachangueras. Las escuchaba para olvidarme que iba al trabajo, claro. (Afortunadamente ahora estoy jubilada). En verano me gusta pasar la mano y hasta me daría vergüenza decirte lo que escucho. Pero, como dices, siempre me ha interesado mucho el jazz. Ese desgarro puro; como ocurre en el flamenco.

Club de jazz.

Se dice que en nuestro país tenemos más escritores que lectores. Alguna sugerencia para ampliar el número de lectores entre las jóvenes generaciones. 

Con humildad pienso que la lectura es una necesidad imperiosa para muy pocos; pero es el hilo que cose el recogimiento de quienes viven en soledad. La lectura es una costumbre para algunos, la tabla de salvación de quienes ansían conocer otros mundos y vivir en otros cuerpos; un hábito que no se inculca debidamente en las escuelas. También es el empeño de muchos padres para que sus hijos disfruten con lo que encierra un libro. He visto algunas campañas en medios de comunicación, pero sinceramente creo que no llegan porque se quedan cortas y no se construyen de manera atractiva. Además, los libros son caros. Todas las economías no son iguales. Pero perder el interés por la lectura es un drama. Nos hace cortos de vista, nos deja huérfanos…. Sin conocimientos nos damos contra una piedra y nuestra estupidez se multiplica. Por eso me alegran los informes que dicen que en España se lee más ahora que hace unos años. Con la pandemia fue así…Creo que es cierto. En cuanto a las nuevas generaciones de escritoras, algunas han sido un hallazgo para mí. Voces nuevas; nuevas maneras de narrar y construir. Sigo sus artículos cuando escriben en prensa y estoy al tanto de lo que publican. Como las librerías son mi segunda casa, me dejo recomendar… Lo que sí pediría a las grandes editoriales es que acorten los tiempos para leer los manuscritos que les llegan y que respondan pronto. Hay gente muy buena que tira la toalla. Hombres y mujeres por igual. Que ojeen con los ojos. Que busquen literatura de calidad y no solo negocio.

¿Te consideras escritora de brújula o de mapa? Cuéntanos cuál es tu método.

Podría considerarme más una escritora de brújula. Me nutro de picotear la calle. Observar. Luego llega la magia a la hora de escribir y no sabes por qué, pero aparece un personaje…y luego otro…y es alto, y es malo, o es un asesino despiadado, o guarda un secreto…. Mi método es la constancia. De 4 a 9 de la tarde estoy escribiendo sí o sí, aunque luego no sea bueno y deba borrarlo. Me considero muy disciplinada en eso, pero a la vez muy ansiosa cuando termino un capítulo. Este año 2023 me he prometido a mí misma tomarme las cosas con calma y hacerle caso a un buen amigo filólogo: Luis Carlos Díaz. Nada de prisas. Al fin y al cabo, El límite de Roche bebe también de la física cuántica. Y la física cuántica está demostrando que lo real es lo que no vemos, y que lo verdadero viene a ser imposible.

Y, por último, te pediremos que nos hables de tus próximos proyectos.  

Pues mi próximo proyecto es continuar con lo noir, pero no inmediatamente. Estoy apuntalando una nueva novela cuyo arranque es un relato corto que fue premiado por el Diario Ideal en diciembre de 2022. Es una novela que habla de la Andalucía rural de posguerra a través de los ojos de un niño de catorce años. Luego, como también me gusta pintar y este año he podido hacer una sola exposición, espero poder terminar un par de acrílicos grandes que dejé aparcados debido a las presentaciones de El límite de Roche, un libro que me ha dado alegrías, me ha permitido participar en Granada Noir8 y poder conocer a gente maravillosa.

Desde Mucho Más Que Un Libro te deseamos mucha suerte en todos tus proyectos.

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