Entrevista a Nacho Zubizarreta, autor de “Ni un instante de paz”
Nacho Zubizarreta nació en Barcelona. Cursó estudios de Ciencias de la Comunicación y de Dirección cinematográfica y desarrolló su carrera profesional a lo largo de más de veinte años en el mundo de la publicidad. También debutó en el mundo del cortometraje y ha escrito obras de teatro y microteatro, así como guiones para programas radiofónicos y producciones televisivas, además de colaborar en diversas películas (Anomalous, La tumba del faraón perdido / documental) y series de animación (Kaputt Circus). En 2017 publicó su primera novela, Nada es cierto (Editorial Pàmies) ubicada en Sitges y protagonizada por Lucas Rozman, exmosso d’esquadra y detective privado. Le siguió Juegos Salvajes (Serial Ediciones, 2019), con el mismo protagonista. En la actualidad vive en Sitges, población costera cercana a Barcelona, al pie del macizo montañoso del Garraf y muy popular por sus playas, su paseo marítimo y su gran dinamismo cultural. Ni un instante de paz, su última novela, publicada por Editorial Milenio, nos presenta a Alicia Fernández, Intendenta de los Mossos d’Esquadra en Sitges, que deberá investigar un casi incomprensible doble asesinato en la villa, mientras el pueblo arde por las tensiones raciales entre comerciantes y manteros.
En tu biografía profesional figura que has escrito obras de teatro, microteatro y guiones para programas radiofónicos y el mundo audiovisual (cine y televisión), pero no fue hasta 2017 que publicaste tu primera novela, Nada es cierto. Cuéntanos cómo te decidiste a escribir una novela y por qué de género negro.
Mi primer relato lo escribí cuando tenía 11 años, mi interés por contar historias es muy temprano. Yo escribía la trama y un compañero del colegio hacía las ilustraciones. Todavía conservo el texto en una caja de esas llenas de recuerdos que todos tenemos, acumulando polvo en un altillo. En mi adolescencia empecé otras novelas, muy influenciado por las historias de Tolkien, por Drácula de Bram Stroker y por el cine. El séptimo arte fue mi primer gran amor, sentimiento que perdura hoy en día y que comparto con la lectura, mis dos grandes pasiones. Al acabar la carrera de Ciencias de la Información, cursé estudios de dirección cinematográfica en el Centre d’Estudis Cinematografics de Catalunya. Hice mis pinitos con cortos experimentales, pero pronto me di cuenta de que hacer cine era muy caro y exigía unas dotes de coordinación y decisión de las que carezco. Entonces intenté formar parte del cine desde la escritura. Hice un master en la UAB de Guion de cine y TV. La verdad es que resultó muy positivo y fue allí donde cogí la confianza necesaria como escritor, alentado por algunos profesores. En los años siguientes escribí varios guiones para películas y series y, excepto una serie infantil que se llamaba Kaput Circus, ninguno llegó a ver la luz. Estuve cerca de cerrar un trato con Tele 5 a través de una productora para llevar a la pequeña pantalla una serie titulada Diva, fuerza 5, que versaba sobre unas amas de casa que sin comerlo ni beberlo se ven metidas a espías internacionales. Ahora que lo recuerdo, creo que la idea no es mala, a lo mejor un día la desarrollo en forma de novela…
Me he dedicado profesionalmente a la publicidad durante más de treinta años, así que tenía acceso a algunas productoras. Colaboré en la escritura de programas de TV y Radio, pero hacer entretenimiento no me llenaba, yo quería contar historias.
En 2012 me quedé sin trabajo, mi madre sufrió un accidente importante y tuve que venir a Sitges y cuidarla. Empecé a trabajar como autónomo desde casa y, ya que la vida me había llevado a esa situación complicada, decidí dedicar unas horas a lo que realmente me gustaba: contar historias. Así que por las mañanas trabajaba y por las tardes escribía. Fue así como nació Nada es cierto, sin pretensiones de nada pues jamás creí que la fueran a publicar.
El género negro me gusta como lector, novelas de alto voltaje, intensas, trepidantes, ese tipo de historias son las que intento escribir. Como autor me decanté por el thriller porque marca un camino. Las novelas de crímenes empiezan con un hecho delictivo, normalmente un asesinato, al que tienes que dar respuesta a lo largo de la obra. Dar respuesta a esa pregunta inicial marca la dirección. Y mientras respondes a las típicas cuestiones de ¿quién es el asesino? ¿cómo cometió el crimen? y ¿por qué?, explicas lo que realmente te interesa. Por lo menos en mi caso es así.
Nada es cierto y Juegos salvajes sitúan la acción en Sitges con un mismo protagonista, el detective privado Lucas Rozman. ¿Te gustan las series? ¿Volveremos a encontrar al personaje en un nuevo caso?
Me gustan las series si los personajes me resultan atractivos y creíbles. Como lector es agradable volver a reencontrarte con caracteres a los que reconoces y con los que empatizas. Sin embargo, me pueden llegar a cansar, así que tengo que ir variando, me saturo con facilidad. Y hay algún personaje al que le he llegado a coger algo de manía.
En las primeras versiones de Ni un instante de paz, el protagonista era Lucas Rozman, pero a medida que fui desarrollando la historia me di cuenta de que era un falso protagonista, que estaba allí metido un poco con calzador y que lo mejor para la trama era sacarlo. Aun así quise darle un papel testimonial que conectara esta tercera novela con las dos anteriores.
Sí, seguramente a Lucas y a Leonor, los volveremos a encontrar en próximas aventuras.

Ni un instante de paz vuelve a trasladar al lector a la Blanca Subur (Sitges), pero con otro protagonista: la Intendenta de los Mossos d’Esquadra Alicia Fernández, embarazada de siete meses, que investiga un doble crimen ocurrido en una masía de las afueras, en el inicio de la temporada turística estival. Tras dos novelas con el detective Lucas Rozman, eliges una mujer con mando –y embarazada- para protagonizar tu tercera novela. ¿Nos cuentas los motivos?
Alicia Fernández ya aparecía en mis dos novelas anteriores. Era la confidente de Lucas en los mossos d’esquadra. Ella llegaba a la información a la que Lucas no tenía acceso, como los estudios forenses y otras cuestiones policiales. Era un confidente necesario. En Juegos Salvajes, mi novela anterior, Alicia quiere quedarse embarazada y le pide a Lucas que sea el padre de su hijo, que se convierta en un progenitor testimonial, sin responsabilidad. Esto crea un cisma entre los dos amigos. La novela acaba con Alicia en una clínica de fecundación, sola, sintiéndose la persona más desamparada del mundo.
En Ni un instante de paz, Alicia ha superado casi todo el embarazo y está a pocas semanas de parir. Acepta investigar un incendio intencionado en una masía de los alrededores de Sitges pensando que será un caso fácil. No es consciente de que se está metiendo en un lío monumental que la llevará a replantearse todo su mundo, tanto personal como profesional.
En la novela, el lector encontrará dos tramas temporales. La primera arranca en noviembre de 1982 y nos presenta a dos hermanos gemelos (Igor y Mónica) que esperan ilusionados el instante en que su madre los arropa para darles las buenas noches. La segunda, en la actualidad, se inicia con el asesinato del matrimonio Anglada, en Sitges, una villa costera donde nunca pasa nada. Ambas tramas se alternan y avanzan hasta cruzarse en un sorprendente final. ¿Es necesario o conveniente utilizar dos o más tramas para despertar y mantener el interés del lector en la ficción? ¿Qué opinas?
Yo escribo thrillers y cómo tal, creo que las tramas combinadas, los saltos temporales y geográficos aportan dinamismo. La irrupción de las series de televisión de manera masiva en nuestros hogares, con sus argumentos trepidantes, ha obligado a la novela, al thriller en concreto, a adaptarse a esa manera de contar historias, rápida y alternando varias tramas y con muchos personajes.

No considero que utilizar tramas paralelas sea necesaria en sí, pero sí estimula al lector y en mi opinión hace el relato más atractivo, siempre y cuando las tramas estén justificadas y bien desarrolladas. Es interesante ver cómo a medida que avanza la novela, esos mundos que parecían antagónicos se van entrelazando hasta que todo cobra sentido. Ese es uno de los desafíos que más me interesa como autor.
Como comentas, en Ni un instante de paz por un lado está la historia de los dos hermanos con una madre muy peculiar y, por otro, la investigación del incendio provocado en una masía en los alrededores de Sitges. La manera de cómo convergen esas dos historias es parte del interés de la novela.
Igor y Mónica, niños de apenas cinco años en 1982, van creciendo y forjando su carácter a lo largo de los años bajo la tutela de Amalia, su madre, hasta llegar a la madurez. ¿Hasta qué punto puede llegar a influir lo vivido durante los primeros años de vida en la persona adulta que llegamos a ser? ¿Qué puedes contarnos de la evolución personal de Igor y Mónica, dos de los personajes cruciales en el desarrollo de la historia? ¿Te has basado en personas reales para crear a tus personajes?
Una de las cosas que he descubierto de mí desde que escribo de forma asidua es lo mucho que me interesan las relaciones familiares, sobre todo las que se establecen entre madres e hijos.
Es evidente que las vivencias en la infancia repercuten en nuestra actitud y comportamiento como adultos. Lo que te sucede de niño y cómo lo vives es fundamental para el desarrollo de tu personalidad. Pero yo diferenciaría las dos partes de esta ecuación. Por un lado, está la actitud que tienen nuestros padres para con nosotros, por otro lado, cómo cada uno lo vivimos personalmente, cómo lo encajamos según nuestro carácter y manera de entender las cosas.

Igor y Mónica viven con una madre autoritaria hasta el extremo. Mónica es una niña fuerte y gestiona mejor el genio de Amalia hasta llegar a rebelarse. Igor es más sensible y todo le afecta de manera más profunda. Serían las dos caras de una misma moneda. Esta forma de gestionar los contratiempos, la vida, se ve reflejada en su etapa adulta. Igor es débil, ególatra y caprichoso y Mónica es fría y calculadora, la que tira adelante.
No me he basado en nadie en concreto ni conozco padres así, pero todos hemos oído de personas (deportistas, cantantes) de éxito a los que sus padres les sometían a disciplinas férreas. Ahora se me ocurre el caso de Michael Jackson o de las hermanas Williams, por poner unos ejemplos, pero hay miles.
La trama de Igor y Mónica plantea también otra cuestión que me parece interesante: ¿Qué tipo de vida prefieres, una existencia tranquila pero anodina o llegar a ser una eminencia mundial y dejar huella en la historia a costa de sacrificar tu vida personal? Amalia quiere para sus hijos la segunda opción, está claro, seguramente porque su vida íntima es decepcionante, la ve como una cárcel y no quiere eso para sus hijos.

Sitges y sus alrededores están muy presentes en Ni un instante de paz. El lector descubrirá el Mirador del Pebre, Paseo de la Ribera, Castillo de Ribes, el exclusivo barrio de El Vinyet, la urbanización de lujo La Levantina, La Morella (la cima más alta del Macizo del Garraf), el impresionante castillo de Tamarit, muy cerca de Tarragona… ¿Podemos considerar Sitges un personaje destacado de la historia?
Sí. Soy un enamorado de Sitges y me gusta mostrarlo en mis novelas. Al no ser de aquí (nací y viví en Barcelona hasta hace diez años) puedo apreciar Sitges con ojos nuevos y maravillarme ante sus encantos, ante el tipo de vida, ante la luz, ante los preciosos rincones y su animada vida cultural. Sitges es un lugar estupendo para vivir. Si el ayuntamiento tuviera un poco de vista, patrocinaría mis novelas. No hay ningún autor que le haga más promoción que yo (risas).
Creo que Sitges es el marco perfecto para un thriller. Sus callecitas blancas, su vida nocturna, el mar, el puerto de Aiguadolç, la proximidad con Barcelona y Tarragona lo convierten en un enclave perfecto para que puedan suceder cosas muy interesantes y a la vez oscuras y turbulentas.
Además de la investigación policial para descubrir al asesino o asesina del matrimonio Anglada y la frenética búsqueda de Omar Nguru, subsahariano desaparecido tras el crimen y principal sospechoso, Ni un instante de paz plantea al lector diversos temas de rabiosa actualidad. Hablamos, por ejemplo, de las tensiones entre los comerciantes del lugar y los inmigrantes manteros que exponen sus mercancías en el Paseo de la Ribera, tensiones que se agravan al “filtrarse” el origen del posible culpable. ¿Cuánto hay de realidad y cuanto de ficción? En tu opinión ¿Somos un país racista?
No hace falta más que dar una vuelta por el Paseo de Ribera para darte cuenta de lo que supone la inmigración ilegal no solo en Sitges, en todas partes. Es un tema muy complejo. Los inmigrantes, sobre todo los africanos, crean mucha alarma social, pero también es cierto que las empresas (la hostelería, la agricultura, la ganadería, el sector primario en general…) se nutre de esta mano de obra barata que supone la inmigración para subsistir. Esta llegada masiva de personas de otras latitudes y culturas crea tensiones. Yo solamente expongo la cuestión, jamás me atrevería a insinuar siquiera una solución al respecto. La única reflexión que me permito hacer es que los que estamos aquí tenemos la suerte de haber nacido en el lado agraciado de la frontera y que a veces hay que intentar empatizar con aquellos que son capaces de jugarse la vida para alcanzar una existencia mínimamente digna.
Por otro lado, entiendo a los comerciantes. No lo tienen fácil y ven en los materos una competencia desleal. Pero mejor que los inmigrantes se dediquen a la venta ambulante, aunque sea ilegal que no a otros actos delictivos más violentos.
Respondiendo a tu pregunta, creo que sí, todos somos racistas en mayor o menor medida. Y desde que la extrema derecha ha entrado en acción en el panorama político, con sus proclamas intolerantes, la crispación ha crecido. Veremos a dónde nos lleva esta situación porque es un cocktail explosivo.
La importancia de cuidar la salud mental, para no caer en obsesiones autodestructivas y las consecuencias derivadas de la excesiva adicción a los fármacos psicoadictivos tiene un papel destacado en la novela. ¿Te preocupan estas cuestiones?
El tema de las adicciones me preocupa especialmente porque, por desgracia, he vivido un caso muy cercano.
Uno de los aspectos más terribles de las adicciones es que destroza a quien consume, sí, pero también a su entorno. Y visto desde fuera, no puedes afrontar el problema desde un punto de vista lógico. Una persona adicta sabe que está aniquilando su vida, sabe que lo ha perdido todo debido a su enfermedad y aun así, no puede poner remedio. Muy pocos logran superar una adicción, en muchas ocasiones lo único que puedes hacer es apartarte de esa persona para que no te arrastre consigo. Resulta demencial, muy frustrante, de tal manera que el adicto acaba expulsando a todos a su alrededor, aislado del mundo.
Hoy en día es tremendamente fácil conseguir droga, bien sea alcohol, pastillas, cocaína u otras sustancias. A esto hay que sumar que tomar estupefacientes está socialmente bien visto. Las farmacéuticas se han sumado al carro, la crisis del fentanilo en EEUU, que se vende en farmacias con receta médica, da una muestra de ello. Ya no necesitas ir a un lugar muy marginal y peligroso para obtener droga, en la farmacia te suministran la que quieras con total seguridad y con la garantía de que se trata de un medicamento pues la fabrica una farmacéutica.

Las dudas sobre la idoneidad de su maternidad atenazan a la protagonista, embarazada de siete meses. ¿Es imprescindible ser madre para realizarse plenamente como mujer o se trata de una “coacción” inaceptable de la sociedad en la que nos ha tocado vivir?
No, no es imprescindible ser madre para que una mujer se realice personalmente. Una mujer ha de poder hacer con su vida lo que considere con libertad. Tener un hijo es una gran responsabilidad y una cuestión muy personal. Pero es cierto que existe una tremenda presión social respecto a la maternidad. Entiendo que eso está cambiando, que las generaciones más jóvenes son más libres en ese sentido, pero hace no mucho, tener hijos se daba por sentado. Muchas mujeres maduras no han tenido más opción que ser madres y han hecho de la maternidad su única ocupación en la vida, con las frustraciones que eso acarrea.
En el caso de Alicia, a pocas semanas de parir, se cuestiona cuánto de deseo personal hay en su decisión de ser madre, cuánto de presión social y cuánto de rebeldía contra un marido que no la hacía feliz y que no quería hijos. Es una mujer madura, al límite de su edad fértil y sola y comprende que quizás la decisión de ser madre responde a un intento de dar sentido a su vida más que a otra cosa. De ahí sus miedos e inseguridades. Es un sentimiento muy íntimo y complejo, pues tener un hijo comporta una responsabilidad de por vida, como bien le recuerda su madre al final de la novela.

Ni un instante de paz también aborda el opaco mundo de las subastas de antigüedades y obras de arte, con un lucrativo mercado que incluye objetos robados y falsificaciones. ¿Cómo te has documentado? ¿Consideras probadas las oscuras conexiones entre el mundo del arte y la criminalidad?
Lo que me llama la atención del mundo de las antigüedades son los incunables, esos libros antiguos que alcanzan cifras astronómicas. Los libros son bienes muy delicados y bastante recientes, hechos de papel que es un material muy endeble. Dedicar un capítulo a una subasta en la que se venden manuscritos antiguos es una manera de hacer un pequeño homenaje al mundo editorial.
Un conocido que trabaja en un museo me explicó cómo funcionaban las subastas. También asistí a un par de ellas en Barcelona y me resultaron muy llamativas. Todo sucedía muy rápido ante mis ojos y al no conocer los códigos, me perdí muchos de los entresijos de lo que pasaba a mi alrededor, pero fue suficiente como para captar la atmósfera.
El mundo del arte, como todo negocio que mueve dinero, tiene su lado oscuro, es inevitable. Además, por lo que tengo entendido, el arte está menos regulado y menos protegido que otros sectores.
Creo que está más o menos probado que algunas casas de subastas de arte de las más reputadas, de esas que a todos nos vienen a la mente cuando pensamos en estas cuestiones, han vendido en ocasiones cuadros falsos que alcanzaron cifras obscenas. Lo que no se acabó de discernir en esos casos era si estas empresas en cuestión fueron engañadas o ellas formaban parte también de la estafa.

Has escrito una novela coral con muchos personajes que sobreviven como pueden con sus problemas y contradicciones en un mundo cada vez más complejo. ¿Tienes algún favorito?
Eso es lo que intento reflejar en la novela, que la vida no es fácil para ninguno de los personajes. Todos intentan mantenerse a flote con sus aciertos y sus errores. Algunos lo consiguen, otros se hunden.
Mis preferidas son Tiffany (y en general las chicas del Cleopatra’s) y Mónica. Dos mujeres muy fuertes y potentes, cada una en su estilo. Una elegante y sofisticada que vive en un mundo superficial de lujo y arte, la otra una mujer de la calle, nunca mejor dicho, que habita un mundo más real y sórdido. Una muy amarga, al borde de sí misma, la otra más vital y optimista. Me gustan mucho los personajes de mujeres de mediana edad castigadas por la vida, pero fuertes.
La música clásica y la búsqueda de la excelencia juegan un papel predominante en la vida de algunos de los personajes que no disfrutan ni de un instante de paz. ¿Eres un “devoto” de la música clásica? Cita una obra o composición preferida y explícanos el porqué de tu elección.
Me gusta la música clásica, pero tampoco soy un gran entendido. Escribir Ni un instante de paz me ha permitido profundizar un poco más en la música culta. Me gusta mucho el sonido del piano, como queda claro en la novela, en ese sentido me encanta Chopin, que está considerado el mejor compositor para ese instrumento. De él destacaría el Preludio nº 4 en mi menor. Chopin estaba aquejado de tuberculosis y muchas de sus obras las escribió gravemente enfermo. Creo que el sentido trágico de la existencia impregna sus composiciones de una nostalgia y una melancolía profunda que casa muy bien con lo que yo querría transmitir. Para mí sería maravilloso que al leer la novela el lector sintiera curiosidad y escuchara esas piezas que expongo, creo que son el complemento perfecto.

También he descubierto a Ravel, del que apenas conocía el Bolero y poco más. De Ravel destacaría la Pavana para una infanta difunta, una pieza breve con una tonadilla casi infantil que evoca los juegos de los niños al sol, una música tranquila y casi hasta optimista.
A Satie lo conocía bastante bien antes de abordar Ni un instante de paz. De su obra me quedo con Gnossienne 3, que es la pieza que toca Mónica cuando va a ver a Tiffany y que es tan melancólica como misteriosa.
Esta sería mi brevísima selección entre una cantidad ingente de piezas maravillosas que pueblan mi novela.
¿Elegiste el título y el desarrollo y final de la novela antes de empezar a escribir? Cuéntanos cual fue tu método.
Soy muy malo poniendo títulos. Durante todo el proyecto, la novela se llamó Melodía Imperfecta / Imposible, aunque siempre tuve claro que ese no sería el título definitivo. A última hora se me ocurrió Ni un instante de paz, que creo que refleja mucho mejor lo que quiero transmitir con la novela.
Soy escritor de mapa, así que tengo claro el final de mis libros antes de empezar a escribir. Creo que los finales son muy importantes así que les dedico mucha atención. Luego, cuando bajas a la arena a escribir, las cosas pueden cambiar, como ha sido este caso.

Me ha llevado cuatro años poner sobre el papel esta historia y me sería muy difícil ahora discernir cuál fue su evolución. Al principio era mucho más compleja, había más tramas que se remontaban a la época de Santiago Rusiñol y los modernistas en Sitges. En ese entonces ocurría un crimen que se había mantenido oculto y salía a la luz en la actualidad y tenía que ver con una partitura misteriosa. Era una novela de más de seiscientas páginas. En sucesivas reescrituras esa trama desapareció, Lucas Rozman también desapareció y el texto se fue perfilando hasta llegar a lo que es ahora. Personalmente estoy muy contento con el resultado en el sentido de que se acerca mucho a lo que quería transmitir desde el principio.
Me gustaría que Ni un instante de paz supusiera un paso importante en mi carrera literaria y por eso le he dedicado tanto esfuerzo y he contado con asesores que me han ayudado a mejorar el resultado.

¿Tendrá continuación Ni un instante de paz con la Intendenta Alicia Fernández?
Esta historia en sí no creo que tenga continuidad. Sí que es cierto que en la novela en la que estoy trabajando ahora aparece la partitura misteriosa que está en el trasfondo de la trama de Ni un instante de paz. Me gusta mucho la idea de una música que puede abrir la mente de quien la escucha a otras dimensiones.
Respecto a Alicia Fernández, creo que volveremos a saber de ella, pero como amiga de Lucas Rozman, en una historia que lidere él. Aunque nunca se sabe, esto es lo que pienso ahora, pero al igual que los personajes de mis novelas, soy inseguro y contradictorio, así que veremos cómo acaba todo.
Por último, le pediremos a Nacho Zubizarreta que nos hable de sus próximos proyectos.
Actualmente estoy escribiendo una novela que nació con la intención de ser de terror, género que me apasiona. Además, considero que las novelas de crímenes y los thrillers se han vuelto tan violentos que, en la actualidad, rozan el horror puro, así que lo veo como una evolución lógica del género. Me atrevo a decir que viviremos un resurgir de las historias de miedo en los próximos años.
A esta nueva novela querría darle un enfoque más joven, pero me está quedando dramática en exceso. Claro que todavía está en proceso de creación. Como he dicho antes, en el trasfondo está la partitura misteriosa que aparece en Ni un instante de paz y, de momento, sucede en el Pirineo, zona de brujas… Eso es todo lo que puedo contar. Veremos a dónde me lleva. Hay mucho escrito en papel, pero todavía nada definitivo y ese proceso, el ir dándole vida a una historia, es lo que me resulta más apasionante del hecho de escribir.
Desde Mucho Más Que Un Libro, te deseamos mucha suerte.