¡Noche de terror en Torrebesses!
La que pasaron Emili Bayo, Jordi de Manuel, Empar Fernández y David Marín en el Castell-Palau de Torrebesses (Lleida) para emular a Percy y Mary Shelley, Lord Byron y el doctor John Polidori que, durante el verano de 1816, se encontraron confinados durante tres días en la enigmática Villa Diodati (Suiza) y se retaron a escribir cuentos de terror. El resultado fue la inmortal Frankenstein, de Mary Shelley, y El vampiro, de John Polidori.
Doscientos años más tarde, cuatro escritores catalanes se reúnen en un castillo envuelto por la niebla y en la soledad de sus respectivas habitaciones conciben y planifican cuatro cuentos, a cual más espeluznante. Acompañados por los también escritores, Anna Maria Villalonga y Antoni Munné-Jordà, los protagonistas del evento nos contaron cómo vivieron una interminable noche de miedo y nos presentaron el resultado: cuatro esplendidos cuentos de terror en la antología Contes de terror. Fue el viernes 19 de mayo en la librería Nollegiu, de Barcelona.
“Fue una noche de luna llena la que pasamos en el castillo, Como somos caballeros, Empar se alojó en la mejor habitación –explicó Jordi de Manuel-, y sorteamos las otras tres”. La memòria de la sang, el cuento de Empar Fernández, cuenta la historia de un matrimonio y su hija pequeña que se traslada de la ciudad al campo para iniciar una nueva vida, “pero allí se encuentran con el horror. La idea es que el pasado siempre está ahí y busca encontrar el camino que necesita para descansar”, apuntó Villalonga. Por su parte, Ones de líquid vermell, de Emili Bayo, “es un cuento de terror fantástico, con tintes góticos”, explicó Antoni Munné-Jordà. El relato nos presenta a un padre traumatizado por el suicidio de su hija adolescente. En su búsqueda de consuelo, conocerá a una joven de la edad de su hija y a una madre complaciente, pero no encontrará la ansiada tranquilidad, sino más bien todo lo contrario.
Jordi de Manuel pernoctó en la antigua capilla del castillo y allí concibió la historia de Els hostes. “Aquí encontramos a un padre y su hija que llegan a un caserón y, aunque la hija preferiría pasar de largo, el padre insiste en entrar y… “huyen de un horror, llegan a uno más grande y aún podría ir a peor”, advirtió Munné-Jordà. En cuanto a David Marín, el sorteo de las habitaciones le deparó alojarse en el antiguo depósito de cadáveres del castillo y allí concibió El bagul, un cuento que se nutre de todo el imaginario del terror. En esta ocasión, la historia gira en torno a un biólogo que huye de su pasado y “cuyo trabajo es el único lenitivo contra su autoodio”, explicó Villalonga, que también subrayó la aparición de gatos y lobos en el cuento, “unos animales que me fascinan”.
¡Todos a temblar con los espléndidos Contes de terror!
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