Congreso Género Negro Premios novela negra

¡Sin límites!

El género negro, sin límites, volvió a ser motivo de estudio en el XIV Congreso de Novela y Cine Negro celebrado en la Universidad de Salamanca del 24 al 27 de abril. Dirigido por Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero, las jornadas alternaron las sesiones puramente académicas con la entrega del VI Premio de Novela “Pata Negra”, proyecciones cinematográficas e interesantes charlas, conferencias y coloquios.

Como en anteriores ediciones, las mañanas del Congreso nos trajeron exposiciones de variados trabajos presentados por escritores y profesores de universidades de todo el mundo sobre diferentes aspectos del género negro. Durante cuatro estimulantes días se habló de Novela negra universal, Novela negra española, Cine negro internacional y español, Neopolicial Iberoamericano, Género negro clásico, Series de televisión, y Cine negro y Cómic en series de televisión, además de Cuestiones teóricas y universales, Adaptaciones y estudios filmoliterarios y Videojuegos.

Paco Bescós, VI Premio Pata Negra, con Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero.

Las tardes fueron muy completas con proyecciones cinematográficas, entrega del Premio Pata Negra 2018, charlas sobre cine, conferencias y coloquios de lo más atractivo para el estudioso del género negro y el público aficionado en general. El miércoles, 25 de abril, un suculento jamón Pata Negra fue entregado a Paco Bescós, VI Premio Pata Negra, por El porqué del color rojo, un original y divertido thriller rural con el mundo del vino como telón de fondo. A continuación, el mismo Paco Bescós nos agasajó con una hilarante demostración de cómo “el género negro acompaña a la publicidad de productos de consumo desde el minuto 1”. “Lo más importante en publicidad es la idea, pero una idea mal ejecutada no sirve pa na”, explicó Bescós mientras asistíamos a la proyección de divertidos anuncios publicitarios de determinada marca de automóviles, útiles de afeitar, refrescos, juguetes o cualquier otro producto inspirados en paródicas interpretaciones de películas como El Padrino o Un traidor como los nuestros. Y no podemos dejar de destacar la conferencia plenaria del periodista y escritor Sergio del Molino, autor de La España vacía, que nos habló de la España interior, de la fuerte inmigración del campo a la ciudad en la segunda mitad del siglo XX y del mito insostenible que afirma que “la violencia rural es mayor que la de las ciudades”, aunque existan sucesos deplorables como la matanza de Casas Viejas (Cádiz) entre anarquistas y Guardia Civil en 1933, matanza que motivó al pueblo a cambiar de nombre “para quitarse el estigma de lo ocurrido”, explicó.

Celda 211 (2009) y Qué Dios nos perdone (2016) fueron las dos excelentes películas negras que se proyectaron durante las jornadas. La primera, basada en la novela homónima de Francisco Pérez Gandul, es un impactante drama carcelario, dirigida por Daniel Monzón en 2009 y ganadora de ocho Premios Goya. La película cuenta la historia de Juan Oliver (Alberto Amman) un funcionario de prisiones que se ve involucrado en un motín carcelario y no tiene otro remedio que hacerse pasar por preso para intentar salvar su vida. La segunda, tercer largometraje de su director Rodrigo Sorogoyen, es un turbador thriller policiaco ambientado en Madrid en el verano de 2011, que gira en torno a un asesino en serie de ancianas y a los dos policías que lo persiguen con el telón de fondo de la crisis económica y social que sacude el país.

Daniel Monzón, director de Celda 211, en el centro, con Javier Sánchez Zapatero y Àlex Martín Escribà.

Tras la proyección de Celda 211, el martes 24 de abril, los asistentes tuvimos el placer de escuchar una interesantísima “Charla sobre cine” de su director, Daniel Monzón. Para elaborar el guion de esta inquietante historia, “visitamos bastantes cárceles para conocer de primera mano el universo de lo que queríamos contar y hablamos con presos, funcionarios y familiares de presos y funcionarios”, explicó el cineasta y añadió que “lo que sale muy malparado en Celda 211 es el género humano y aun siendo un thriller de prisiones, nuestra historia es también un reflejo de la sociedad, con todos los estamentos representados y con mala gente y buena gente en funcionarios y presos”. Como curiosidad, Monzón reveló que “en los años 90 empezaron a bajar los motines en las prisiones a base de instalar una o dos televisiones en las celdas” y nos animó a asistir a la proyección de su próxima película Yucatán, una comedia de tramposos protagonizada por Luis Tosar (un “actorazo” especializado en los papeles de malo) y que se estrenará el próximo 31 de agosto. “Una comedía es lo que ahora me pedía el cuerpo”, confesó.

Rodrigo Sorogoyen, director de Que Dios nos perdone, con Javier Sánchez Zapatero y Àlex Martín Escribà.

Si Daniel Monzón nos habló de “cárceles”, Rodrigo Sorogoyen (que también dirigió la comedia 8 Citas (2008) y Stockholm (2013), película financiada mediante micromecenazgo) pretendía explicar en Que Dios nos perdone “cómo trabaja la policía en la investigación de un crimen”. Los protagonistas principales son dos Inspectores de Homicidios que arrastran problemas personales “al igual que ocurre en cualquier otro trabajo”. “Mi película toma como referente a Zodiac (2007), que cuenta la historia de la búsqueda sin éxito de un asesino en serie apodado “el asesino del Zodiaco”, y se va volviendo más oscura y violenta con muchos cadáveres hasta transformarse en película de personajes”, explicó Sorogoyen, que considera que “escribir guiones es más cómodo que dirigir porque esto sí que es un estrés, sin poderte tomar un descanso en los rodajes”. El rodaje de Que Dios nos perdone duró ocho semanas y media.

Los escritores Edurne Portela y José Ovejero en Salamanca Negra.

Tras la conferencia de Rodrigo Sorogoyen la tarde del jueves 26 de abril, nos esperaba un animado coloquio con los escritores José Ovejero, que nos habló de “Nuestros crímenes de todos los días” y Edurne Portela, que reflexionó sobre el espinoso tema de “La violencia política y su literatura encarnada”. Ovejero explicó que en su escritura planean dos cuestiones básicas: la violencia y la identidad, entendiendo como violencia “las situaciones amenazantes cotidianas que se dan cada dos por tres y que a veces generan violencia”, como la que se vive en su novela Nunca pasa nada (2007) donde la estabilidad de un matrimonio de clase media (Nico y Carmela) se ve amenazada con la aparición de dos personas aparentemente desvinculadas entre sí: Olivia, una joven ecuatoriana que les ayuda en casa, y Claudio, un alumno de Nico, que “sabe que todos tenemos secretos”.  “Con la violencia cotidiana me siento cómodo en mis novelas y no necesito meter policías, detectives, mafiosos, etc. En mis relatos, el asesino no es el mayordomo, sino el protagonista”, concluyó.

Un paseo por las calles de Salamanca y su Plaza Mayor.

Edurne Portela nació en Santurce, Vizcaya, en 1974, y su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por la violencia de ETA y los GAL. Portela escribe sobre la violencia política y sobre los efectos de esa violencia y sostiene que “interesarse por el mundo es interesarse por la violencia y en Euskadi nos ha marcado en los niveles más íntimos”, confesó. Para escribir El eco de los disparos (2016) un ensayo sobre la violencia vivida en Euskadi, la autora quiso meterse dentro de la historia para intentar entenderla. “Hemos de saber porque escribimos las escenas de violencia, yo no lo hago para para solazarme en ella, sino para desvelar el lado oscuro y terrible de la historia que hemos vivido, tampoco para entenderla, porque eso es imposible”. Y en cuanto a la novela “esta sirve para mostrar la complejidad de la realidad, pero la ficción siempre se queda corta”, confesó en referencia a Mejor la ausencia (2018), novela que a través de Amaia, la protagonista, nos va guiando en la historia de una sociedad que sufre la violencia política, pero también la que genera el paro, las drogas, el machismo…

Todo esto y mucho más hemos disfrutado en Salamanca Negra 2018, Un género sin límites. Como siempre, el Congreso se nos ha hecho corto. ¡Enhorabuena a los organizadores y nos vemos en 2019!

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