¡Descubrir al criminal en Pamplona Negra 2020!
¡Qué no quede impune! Es lo que todos deseamos cuando ocurre una muerte violenta y nuevas formas de delito –nos referimos a la ciberdelincuencia- amenazan nuestra cotidianidad. La esperanza en Pamplona Negra 2020 llegó de la mano de su sección “El crimen a escena”. Con demasiada frecuencia, el criminal va por delante, pero los avances tecnológicos también nos ofrecen formas diversas de desenmascararlo. Y de eso se trató en las cuatro sesiones de este emblemático espacio, a cuál más interesante.
El mismo lunes, 13 de enero, día de inicio del festival, “El crimen a escena” dio voz a las víctimas con la colaboración del médico forense Rafael Alcaraz, que reivindicó el papel de la autopsia en la resolución de un crimen. Se debe practicar en caso de muerte violenta, sea accidental o por suicidio u homicidio. “La autopsia empieza en la escena de la muerte y lo primero a averiguar es la identidad del fallecido. Después, se trata de establecer la hora aproximada del óbito, qué lo ha causado y aclarar las circunstancias”, explicó Alcaraz. Nuestro forense también expuso que la etimología de la palabra autopsia deriva del griego, con auto (yo mismo) y opsis (observar los cambios en un organismo fallecido). Y tras muchas vicisitudes a lo largo de la historia (no hay que olvidar que su práctica estuvo muy limitada por la Iglesia Católica hasta 1556), la autopsia, tal como la conocemos actualmente, se desarrolló a partir del siglo XIX, con las investigaciones de destacados anatomistas como François Chaussier (1746-1828) y los patólogos John Hughes Bennett (1812-1875) y Carl von Rokitansky (1804-1878). De este último se cuenta que realizó unas 30.000 autopsias durante su vida, incluida la de Ludwig Van Beethoven, cuando contaba 23 años.
El martes, 14 de enero, “El crimen a escena” nos presentó a Marian Martínez de Pancorbo, Directora del Banco de ADN de la Universidad del País Vasco (UPV). Esta explicó que con una gota de sangre es posible identificar a un individuo, siempre y cuando contemos con su ADN guardado en los ficheros de ADN, bases de datos de perfiles genéticos humanos iniciadas en 1995. En esta segunda sesión, aprendimos dónde obtener muestras biológicas en la escena del crimen, que el ADN nuclear es único para cada persona, que se mantiene inalterable a lo largo de la vida y permanece después de la muerte, y muchas cosas más. Además, los ficheros de ADN han demostrado alta eficacia para identificar a sospechosos de un crimen. Todas estas maravillas “tienen su origen en 1965 con el descubrimiento de las proteínas sanguíneas”, explicó Martínez de Pancorbo. Los continuos avances científicos han hecho posible que, a partir de 2005, se pueda establecer la ascendencia biogeográfica del individuo y, en 2008, el color de sus ojos, cabello y piel deja de ser una incógnita. Luego ¿qué nos depara el futuro? Nada menos que la elaboración de un retrato robot de nuestro sospechoso basado en análisis genéticos. No obstante, Marian Martínez de Pancorbo dejó muy claro que el perito forense nunca puede decir “este es el culpable”. Su cometido consiste en informar al juez de la forma más objetiva y verídica posible. “El juez será quién decidirá”, afirmó.
Miércoles 15, tercera sesión de “El crimen a escena” con nuevas formas delictivas. Casimiro Nevado y Alberto Martínez, inspectores del CNP, desmontaron el mito de los ciberdelincuentes. “No tenemos enfrente a Darth Vader y el lado oscuro, sino a gente muy poderosa, grupos empresariales del cibercrimen, cuyo objetivo es simplemente hacer dinero”, ironizó Casimiro Nevado. Con esa finalidad resulta muy útil echar mano de la inteligencia artificial, que nunca se fatiga y, de esta manera, los grupos del cibercrimen pueden estar atacando objetivos las 24 horas del día. “Se mercadea con identidades digitales y tarjetas de crédito y los ciberdelincuentes pueden usurpar nuestra identidad”, advirtió Nevado. Esta inquietante realidad se lleva al paroxismo en The Private Eye, un cómic de ciencia ficción que sitúa la acción en 2076, con una sociedad tan celosa de su privacidad que ha eliminado Internet. “Internet tiene mucho de bueno, pero hay que evitar peligros”, aconsejó Nevado. En este sentido, Alberto Martínez señaló que deberíamos ser más cautos con los datos que colgamos en la Red, ya que tienen repercusión en nuestra vida real. “En ocasiones, nos infiltramos en Internet para combatir diversos delitos como los fraudes con medios de pago, la pornografía infantil y el terrorismo yihadista, entre otros. Utilizamos perfiles atractivos para los ciberdelincuentes y, curiosamente, los femeninos tienen mucho más éxito que los masculinos, aunque estén manejados por un chico”, apuntó.
Y, en cuanto a la literatura, Martínez opinó que 1984, la mítica novela de ficción distópica de George Orwell “se acerca al escenario real que hoy tenemos y que va a más”. Y, ¿qué podemos hacer para protegernos de la ciberdelincuencia? Lo ya comentado: ser prudentes con los datos que compartimos y evitar peligros. Y para saber más, nada mejor que asistir al Congreso de Seguridad Digital y Ciberinteligencia que se celebrará en la amurallada ciudad de Ávila del 16 al 18 de junio de 2020. Seguro que será mucho más que muy interesante.
Paz Velasco, criminóloga y gran comunicadora, autora de Criminal Mente, un libro imprescindible para todos los que intentan comprender por qué el ser humano mata, clausuró “El Crimen a escena” en Pamplona Negra 2020. El jueves, 16 de enero, fascinó al público presente en Baluarte con una muy trabajada disertación sobre asesinos seriales de ambos sexos, sus motivaciones (poder, dinero, sexo y venganza) y los falsos mitos. “La edad de oro del asesinato serial en Estados Unidos tuvo lugar de 1950 a 1990, pero el fenómeno empezó en Europa”, explicó. Así, nos habló de Locusta, la primera asesina en serie documentada de la historia, una esclava romana que envenenó al emperador Claudio y a su hijo Británico cumpliendo órdenes de Agripina, la madre de Nerón; Gilles de Rais (1404-1440), un noble francés contemporáneo de Juana de Arco reconvertido en torturador y asesino de niños; Amelia Dyer (1837-1896), británica y asesina en serie de más de cuatrocientos niños; Gary Ridgway, estadounidense conocido como “el asesino del Green River” y culpable de asesinar al menos a 48 mujeres, y Charles Starkweather y Caril Fugate, adolescentes que, sin ningún tipo de remordimiento, mataron a once personas en el trayecto de Nebraska a Wyoming, entre otros muchos casos. Y los asesinos, ¿nacen o se hacen? Influyen factores endógenos, como el gen MAO-A, y factores exógenos, como el cariño o el desprecio recibido de la familia (especialmente de la madre) y del entorno, pero “a pesar de la biología, siempre tenemos herramientas para reducir la violencia creando un entorno seguro”, opinó Paz Velasco. ¡Menos mal!
“El crimen a escena”, uno de los espacios “estrella” de Pamplona Negra, no defraudó a los muchos aficionados al género. ¡Enhorabuena!