¿Qué ocurrió en Granada Noir 9?
Muchas cosas podríamos contar de todas las actividades de la novena edición de Granada Noir 9 a las que tuvimos la suerte de asistir, pero iniciaremos nuestra crónica en La Escuela de Hostelería la Inmaculada, elegida por segundo año consecutivo para entregar el IX Premio Granada Noir que, en esta ocasión, fue para Antonio Altarriba (guionista), Sergio García (dibujante) y Lola Moral (guionista), autores del cómic El cielo en la cabeza, publicado por Norma Editorial.
“El cómic tiene grandes posibilidades narrativas al mezclar la imagen y la palabra”, expresó Antonio Altarriba. El cielo en la cabeza cuenta la dramática aventura de un niño soldado del Congo que vive una odisea para llegar a Europa. Sabe, le han contado, que la vida allí no es un infierno, que tiene cabida la esperanza. “Se trata de una novela gráfica, ambientada en África, con muchos registros: violencia, desesperación, realismo mágico, amor y amistad”, explicaron los autores. La gran desgracia del Congo es que cuenta con grandes reservas de “coltán”, un mineral imprescindible para la fabricación de nuestros smartphones de última generación. Y es que, aunque nos duela admitirlo, una parte de nuestras comodidades se apoya en las desgracias que afligen a buena parte de la humanidad. “La mayoría de los trabajadores de las minas de las que se extrae el “coltán” son mano de obra esclava, especialmente niños menores de 12 años, pues su tamaño es idóneo para “trabajar” dentro de los túneles y extraer el preciado mineral”, denunciaron los autores. “Se trata de uno de los libros imprescindibles que nos hacen ver la realidad. Somos una persona antes de leerlos y otra después de leerlos”, concluyó Jesús Lens, codirector de Granada Noir, junto a Gustavo Gómez.
¿Quién dijo qué fue Edgar Allan Poe, un hombre, el inventor de la novela criminal con Los crímenes de la calle Morgue, publicada en 1841? Marta Marne, crítica literaria especializada en género negro, desmontó el mito mientras nos ilustraba con una interesante conferencia en la librería Picasso sobre la apasionante historia de la literatura negra escrita por mujeres, ya desde el siglo XIX. Citaremos nombres como Catherine Crowe (1790-1872) que publicó Las aventuras de Susan Hopley en 1841 (mismo año que Poe); Ellen Wood (1814-1887), con Los misterios de East Lynne (1861), una novela por entregas publicada con gran éxito; Mary Elizabeth Braddon (1837-1915) amiga del escritor Wilkie Collins y autora de Lady Audley’s Secret (1862), con una mujer asesina como protagonista. Otras autoras fueron: Catherine Louisa Pirkis (1841 -1910), que escribió relatos detectivescos protagonizados por Loveday Brooke, una detective profesional que recibe un sueldo por su trabajo y no está casada ni se plantea el matrimonio en una época en la que esta se consideraba la única opción de vida válida para la mujer; Anna Katharine Green (1846-1935) que, en 1878, creó un detective, Ebenezer Gryce, similar al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle que vio la luz por primera vez en 1887. De finales del siglo XIX e inicios del XX, Marta Marne también citó a Mary Roberts Rinehart (1876-1958), que creó “tres detectives solteras, pero nada traumatizadas”; Marie Adelaide Belloc Lowndes (1868-1947), que basaba sus novelas en crímenes reales y Susan Glaspell (1876-1948), cuya obra más famosa “Un jurado real” está también basada en un caso real.
The Golden Age británica (1920-1930) de la novela criminal abre una nueva etapa en la literatura negra escrita por mujeres. Mientras que Dashiell Hammett con Cosecha roja (1929) inauguraba la visión de la mujer como víctima o “femme fatale” que arrastra al hombre a la perdición, Agatha Christie (1890-1976) triunfaba con su Miss Marple, una dama de edad madura, investigadora sagaz, creada en 1930 y protagonista de trece novelas de la “reina del crimen”, y Dorothy L. Sayers (1893-1957) publicaba Luna de miel en 1937. En la década de los cuarenta, Vera Caspary (1899-1987) publicó Laura (1943), novela que fue llevada al cine por Otto Preminger con gran éxito, mientras Dorothy B. Hugues (1904-1993) daba voz a un asesino en serie en la novela En un lugar solitario (1947), también adaptada para el cine y protagonizada por Humphrey Bogart y Gloria Grahame. Todas estas autoras junto a Elizabeth Sanxay Holding (1889-1955), con Nido de arañas (1945) y Margaret Millar (1915-1994) con Las puertas de hierro (1945), entre otras muchas novelas, nos llevan hasta Patricia Highsmith (1921-1995), una de las mejores escritoras del siglo XX “que consiguió que empatizáramos con Tom Ripley, estafador y asesino ocasional, protagonista de cinco novelas de la Highsmith. Decididamente, las mujeres escritoras de novela negra no tienen nada que envidiar a sus homólogos masculinos, como bien demostró Marta Marne en su brillante exposición en Granada Noir 9, que podéis complementar a través de su podcast de literatura “Hora de la muerte” y su web “La pared vacía”.
Granada Noir es un festival multidisciplinar que combina sin fisuras realidad y ficción. Y un problema muy real es el de la marihuana en toda la provincia ¿Qué ha ocurrido con la marihuana en Granada? ¿Tenemos un problema? Parece ser que sí y grave, según se desprende de la conversación periodístico-policial entre Mª Victoria Cobo y un investigador de la Policía Judicial en el marco de Granada Noir 9. El problema con la “maría” (como se la conoce popularmente) empezó en 2010 de forma discreta, pero evolucionó rápidamente. “Fue en 2008, con el estallido de la crisis económica, cuando se produjo un robo de semillas transgénicas por valor de cuatro o cinco millones de euros. Las semillas empezaron a circular y con ellas arrancó el fenómeno de las plantaciones ilegales”, explicó el investigador policial. Mª Victoria Cobo expuso que “hoy, en todos los municipios de Granada se encuentra una plantación ilegal de marihuana y que el fenómeno crece como la espuma”. Atraídas por el beneficio fácil y las bajas penas de prisión (menores que en el caso de la cocaína) las mafias locales empezaron a vender marihuana y las bandas internacionales acudieron para instalarse en la región, “lo cual es muy preocupante dada la violencia extrema que caracteriza el funcionamiento de estas organizaciones criminales”, advirtió el policía.
“Mucha gente tiene una habitación destinada al cultivo de marihuana como complemento de ingresos. A estos “cuidadores” de las plantas se les paga un dinero, y si la policía lo descubre se comen “el marrón”, pero no hay pena lo suficientemente disuasoria y la producción es barata porque el agua y la luz están pinchadas”, denunció el investigador policial. Además, está empezando a implantarse la corrupción, que llega a policías, políticos y otros estamentos de la sociedad al estilo del narcotraficante gallego Sito Miñanco. En algunos países, quizás por influencia de las series de televisión, se idolatra al delincuente y se trata de imitarlo, “es lo que ocurre en Latinoamérica con Pablo Escobar”.
En definitiva, un problema complejo de difícil solución, que no se solucionará solo con la presión policial. Como posibles medidas, los dos ponentes abogaron por “considerar delito la venta de semillas, promover un rechazo social a la marihuana (que hoy no existe) un trabajo institucional desde los Ayuntamientos y organismos oficiales y, sobre todo, la educación, especialmente la educación sanitaria. La marihuana no es inocua y su consumo crónico afecta la función cerebral y puede provocar aumento de la incidencia de depresiones y psicosis, aparte de problemas cardiacos.
Y aquí finalizamos nuestra primera crónica de Granada Noir 9, un festival total que nunca decepciona. Y sí ¡el crimen sería perdérselo!