Vilassar de Noir 2019, ¡Un gran festival!
Vilassar de Noir celebró el pasado fin de semana su cuarta edición, a la vez que estrenaba premio literario. Quim Gómez fue el ganador de este Primer Premi de Novel.la Negra Vilassar de Noir con L’esguard de la bèstia, tras imponerse a 21 originales presentados. Dotada con 2.500 euros, la novela (protagonizada por un policía que sufrió maltrato durante su infancia) será publicada en 2020 por la editorial Llibres del Delicte.
La entrega del Premio, la tarde del viernes 25 de octubre, fue el pistoletazo de salida de Vilassar de Noir 2019 que, en esta ocasión, contó con la calurosa presencia del astro rey durante los tres días del festival (en oposición a la lluvia y el viento que nos acompañaron en la tercera edición). La proyección de la película La estrategia del pequinés, nominada a 18 premios Goya y basada en la novela homónima de Alexis Ravelo, y la posterior mesa redonda con el autor y con el director del film, Elio Quiroga, pusieron el broche de oro a esta primera jornada.
La mañana del sábado arrancó con la presentación de novedades negroliterarias en un año que se ha revelado especialmente prolífico. Así, Jordi Agut (L’últim defensa y Línia de quatre -de muy próxima publicación-), Laura Gomara (En la sangre), Jordi de Manuel (La barrera) y David Marín (Purgatori, X Premi Crims de Tinta), presentados por Albert Calls, nos hablaron de sus últimas novelas y de cómo los escritores “chupan” constantemente de la realidad de su entorno, porque “somos como esponjas”, añadió un entusiasta Jordi de Manuel. Todos coincidieron en que la ficción ha de ser crítica y explorar la parte más oscura de la naturaleza humana. “Los escritores planteamos preguntas, no respuestas”, expresó Laura Gomara.
A continuación, con la periodista Núria Juanico como moderadora, tocó el turno de Ludmilla Lacueva (Mort sota zero), Pilar Romera (Els impostors) y Lluis Llort (Pes mort), que nos presentaron tramas y escenarios atractivos, originales y muy alejados entre sí. Mort sota zero es la primera novela de misterio de Ludmilla Lacueva. “Está ambientada en Andorra, con un crimen en las pistas de esquí de Soldeu, porque soy esquiadora y natural de Andorra y me apetecía hablar de Andorra y de sus tradiciones”, explicó la autora. Pilar Romera, por su parte, transporta al lector al campo de concentración de Argelès en 1939 y a la Barcelona sombría de 1949. “Quería hablar de la gente que se quedó en España y Cataluña después de la Guerra Civil, y de la vida de impostura que tuvieron que asumir para sobrevivir”, reveló Romera. Pes mort, de Llort, empezó a gestarse “por una idea, que no sabía dónde me llevaría”. El autor, que escribe de forma lúdica, “no para entender más a la gente ni a mí mismo”, imaginó una situación en la que el cliente de un restaurante muere de forma súbita. A partir de esta muerte, arranca la historia de unos personajes (el matrimonio propietario del restaurante, la joven sobrina y cocinera, y el camarero) a los que coloca en una situación extrema. “Todo pasa en una noche, pero la novela toca muchos temas, especialmente el sentimiento de culpa. Según que decisiones tomas, no puedes volver atrás”, comentó.
Pep Prieto escribe literatura como si fuera para una película, y “yo lo veo como una virtud”, explicó el autor en animada conversación con Rosa de Diego. Su novela, La teoría de l’imbècil, fue publicada en 2012, pero se ha reeditado en 2019 por lo actual de su trama. Joan Garcia, el protagonista, descubre que todo lo que escribe se convierte en realidad. “García es una proyección paródica de mí mismo y está basado en dos personajes: mi padre, que se fue por tabaco y nunca volvió, y mi abuelo, un fotógrafo que nunca me explicó que lo era”, confesó Prieto, quien añadió que “hoy cuesta más que en 2011 construir un personaje políticamente incorrecto. Tienes miedo de ser malinterpretado”.
Esta muy interesante conversación sobre la parodia en la novela negra dio paso a la última mesa redonda de la mañana alrededor de los “Paios durs…o no, entendiendo por “tipo duro” el que rompe las convenciones del género, según el conductor, Matias Nespolo. Participaron Eduard Palomares (No cerramos en agosto), Miquel Aguirre (Animals dels marges), Alberto Valle (Soy la venganza de un hombre muerto) y Pablo Sebastiá (Reikiavic).
“Mi personaje en No cerramos en agosto no es un tipo duro en absoluto, es un becario tímido e inseguro que consigue un trabajo temporal en una agencia de detectives. Su misión: solo mantener el despacho abierto durante el verano. La novela retrata la Barcelona actual y cotidiana, con sus contratos basura y alquileres por las nubes. Mis referentes: Vázquez Montalbán, Camilleri y la novela negra mediterránea”, explicó Palomares. Para Miquel Aguirre, “los tipos duros han de existir porque la vida es dura y violenta” y Animals dels marges nos presenta a un personaje que trabaja en una empresa de sicarios. Su principal misión consiste en entregar un libro en las casas de los condenados por la organización. “Se trata de un símbolo y quien lo recibe sabe que será asesinado”, declaró. Y ¿qué decir de Soy la venganza de un hombre muerto? Pues quizás que “los tipos duros no lo son tanto y que la narración recorre la Barcelona de diferentes épocas desde 1952 a 1992. Cada una tiene su dureza y Barcelona es prácticamente un personaje más. Veremos, por ejemplo, como el papel de la mujer cambia mucho por suerte en esos cuarenta años”, expresó Alberto Valle. Pablo Sebastiá, por su parte, nos cuenta que, en Reikiavic, “el lector pide venganza y al malvado hay que castigarlo porque se lo ha ganado. Está claro que para eso hacen falta tipos duros”, apuntó el autor, también integrante del colectivo 12 Plumas Negras.
Tras una reparadora comida y descanso, imprescindibles para recuperarnos de tanto tipo duro, aterrizamos en “Quan tot es dins del cap”, con Tadea Lizarbe (Marionetas sin hilos) y Clara Peñalver (Las voces de Carol). Presentó: Laura González. Aquí descubrimos, por si alguien aún no lo tenía claro, que “la distancia para padecer una enfermedad mental puede ser muy corta y estar a la vuelta de la esquina” como le sucede a Abril Zondervan, la escritora asesinada en Las voces de Carol. Diagnosticada de esquizofrenia, Abril llevaba años sin medicarse, pero “su enfermedad le proporcionaba una materia literaria de primera”, explicó su creadora, Clara Peñalver. Mientras, Tadea Lizarbe reivindicó “el pensamiento intruso” que maneja a Ada y Bruna, las protagonistas de Marionetas sin hilos.
Inasequibles al desaliento, a los “adictos” al género todavía nos esperaban varias mesas redondas con variadas historias negrocriminales durante la tarde del sábado 26 de octubre. Así, Susana Rodríguez (Una bala con mi nombre) nos presentó un thriller con mucha acción, ambientado en Boston y protagonizado por Zoe Bennett, una restauradora de arte recién entrada en la cuarentena que verá como la tranquilidad de su vida estalla en mil pedazos. Por su parte, Anna Hernández en La mecedora hará viajar al lector desde territorio español hasta Suecia y Ucrania siguiendo la pista del secuestro de un niño y de una inspectora de policía española, y todo ello nos llevará también hasta la explosión de Chernóbil (1986) y sus terribles consecuencias.
Seguimos de viaje y nos vamos a Perú de la mano de Maribel Medina en Sangre entre la hierba, una novela que denuncia el pavoroso tráfico de mujeres a través de una madre que busca desesperadamente a su hija desaparecida dieciséis años atrás. Su búsqueda la llevará hasta La Rinconada, el pueblo más alto del mundo, una ciudad minera de lo más inhóspita ubicada en los Andes peruanos, a más de 5.000 metros de altura. De allí volaremos a México con Salva Alemany que, en Alacrán, nos cuenta la historia de Santos, un asesino a sueldo, hombre duro, que recoge a un bebé en casa de una de sus víctimas y decide criarlo como si fuera su propio hijo.
Más madera negroliteraria, aunque no más viajes más allá de nuestras fronteras, con Daniel Fopiani (La melodía de la oscuridad), que nos presenta a un investigador ciego a consecuencia de un atentado; Carles Mentuy, (La memoria de la Vall Fosca) que nos habla de dos clanes mafiosos rivales que se enfrentan por el control del tráfico de drogas en las idílicas montañas del Pallars, muy cerca del Pirineo catalán; Claudio Cerdán, en Los señores del humo, nos retrata un Madrid saturado de crimen, violencia e impunidad con personajes torturados “que viven vidas que yo nunca viviré” (imaginamos que ni ganas). Cerró el círculo Diego Ameixeiras (Conduce rápido, La crueldad de Abril), opinando que “la crueldad en la novela negra es inevitable porque el mundo está lleno de personas crueles”.
Capítulo aparte merece la charla entre Toni Iturbe y Jordi LLobregat, director del festival Valencia Negra, que ha publicado recientemente No hay luz bajo la nieve, su segunda novela. Se trata de un thriller construido como un puzle literario en el que los trastornos mentales tienen un papel destacado. “Mi protagonista, la subinspectora de homicidios Álex Serra, sufre de ataques de pánico por un suceso del pasado no resuelto”, desveló el autor. La novela transportará al lector a diversos escenarios muy alejados entre sí, desde una antigua colonia fabril industrial hasta las montañas del Pirineo, bellas e imponentes “que pueden convertirse en una trampa terrible en cuestión de minutos”.
Pero en lo referente a trastornos mentales, nada más inquietante que introducirnos en la mente del asesino de la mano de Paz Velasco (Criminal Mente), Manuel Marlasca (Mataré al monstruo por ti) y Blas Ruiz Grau (Asesinos en serio). Moderados por Ramon Castelló, todos coincidieron en que preferimos pensar que los que matan tienen una enfermedad mental antes que clasificarlos simplemente como malvados. Paz Velasco añadió que “aunque hay muchos más homicidas masculinos, estamos en un momento de auge de la criminalidad femenina en nuestro país”.
La mañana soleada del domingo 27, se oscureció en Vilassar de Noir con más tramas negras, para disfrute de los aficionados al género más leído del mundo. Nada más llegar al Espai Cultural Can Bisa, escuchamos a Jacinto Vicente contar aspectos inéditos del secuestro de Mari Angels Feliu en Olot, Crònica d’un segrest; a Prado G. Velázquez (En blanco y negro) que nos presentó a Rachel J. Bladovich, una detective privada inteligente y lesbiana que vive y trabaja en Los Ángeles de los 50, y a Maiol de Gràcia (Projecte Tothom), quien confesó que “en ocasiones las ideas para escribir se me ocurren cuando paseo a mi perro”.
“Quan menys ho esperes” escuchamos a Tuli Márquez (La mida dels nans) declarar que “no hay que creerse ni el 50 por cien de lo que se publica”, mientras que Jordi Macarulla nos presentó Desagüe, su primera novela, más turbia que negra, con la maldad cotidiana como protagonista destacada en una empresa en crisis. Xavier Moret, periodista especialista en viajes, sitúa a su detective, Max Riera, en la mediterránea isla de Formentera. “Mi personaje es barcelonés, pero en Formentera blues abandona el entorno urbano para investigar un caso en Formentera, donde vivió unos años de juventud. Situar la novela en Formentera fue un reto. Sirve para explicar cómo ha cambiado la isla y también Max, el protagonista”, reveló.
Continuamos en la costa o viajamos mar adentro con Maribel Torres (El despertar del navegant), que nos habla de corrupción política e inmobiliaria en la Costa Brava. En Aritmètica del crim, de Mireia Vancells, Premi Millor Novel·la Negra en Català Cubelles Noir 2019, “las matemáticas son el nexo de unión entre las dos tramas de la novela. Por un lado, tenemos la apasionante historia marinera que se inicia con el motín de la Bounty y, por otra, nos encontramos con unos misteriosos crímenes ocurridos en la Ciudad Condal en la época actual. Finalmente, Costa Bratva, ópera prima de Cristina Malagelada, se adentra en la Costa Brava más negra, en oposición a su imagen más lúdica y familiar.
Llegamos, por fin, a la última etapa de nuestro viaje a las profundidades de lo oscuro en Vilassar de Noir 2019, con Irene Solanich y una postrera tanda de novelas negras: Los miércoles salvajes, de Susana Hernández, una historia potente que gira en torno al tráfico ilegal de medicamentos; Cicatrices bajo la piel, de Joan Roure, sobre la amistad y las relaciones de pareja, desde el punto de vista de diferentes personalidades; Sudor frío, de Mari Carmen Sinti, que nos cuenta la historia de Berta y Clara, dos amigas que se convierten en detectives aficionadas y emprenden una búsqueda contrarreloj para encontrar a una vecina desaparecida, y El mañana sin mí, de Emili Bayo, que reencuentra al lector con el sargento Abel Claramunt, aquejado de una enfermedad mortal y empeñado en resolver sus últimos casos antes de que la enfermedad lo arrastre hacia la tumba.
¡Vilassar de Noir ha vuelto a brillar con luz propia! ¡Nuestras felicitaciones a los organizadores y a todos los que lo han hecho posible!